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“LA CORRUPCIÓN TIENE CÓMPLICES”

  • María Eugenia Butler
  • 1 mar 2017
  • 3 Min. de lectura

Me ha causado impacto pensar en la esposa del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, la Señora Karime Macias. Asimismo, en todas aquellas mujeres que son esposas de hombres corruptos, políticos o no. A éste ex gobernador se le han descubierto muchas propiedades en Estados Unidos, España y México; cuentas con dinero de empresas fantasma, viajes de placer a cargo del dinero del pueblo; los guardaespaldas de la Señora Macías cuentan que muy seguido viajaba a la Ciudad de México para embellecerse en un Salón de Belleza de un Centro Comercial exclusivo para carteras grandes. Desafortunadamente hay más ejemplos: se ha encarcelado al ex gobernador de Sonora Guillermo Padrés, el ex gobernador de Coahuila está siendo acusado de peculado y de crimen organizado.

Como el Papa Francisco lo mencionó hace un par de años, todos los seres humanos somos pecadores, pero no todos somos corruptos. La diferencia es que el corrupto persevera en el pecado, se empecina en continuar haciendo lo malo; mientras que el pecador, busca enmendarse cada vez que comete un pecado.

“La corrupción de lo mejor es lo peor” 1/, así cuando la mujer se corrompe genera podredumbre a su alrededor. La mujer que es esposa, madre, tía, maestra, etc. tiene el don de una capacidad enorme de cuestionar dulce y de manera contundente en el momento oportuno conductas impropias en cualquier ámbito, por lo que cuando no lo hace se convierte en cómplice.

Pero cuando hablamos de corrupción en la política o en cargos públicos, el pecado es mayor. Un cargo público tiene incidencia en muchas personas, por lo que la afectación es enorme, no sólo con el ejemplo, sino el impacto que esto causa en las personas vulnerables, aquellas a las que la acción política debería estar protegiendo y haciendo justicia para mejorar su calidad de vida.

Pienso yo que a cualquier mujer sensata y respetuosa del ser humano se le haría lógico preguntar al marido, de donde sale tanto dinero, viajes, lujo etc., y si éste contestara “no te preocupes así es la política”, no creo que debería quedarse callada. ¿O es que cuándo ésta mujer visitaba pueblos pobres o repartían despensas le parecía que ya con eso estaba haciendo algo grandioso en cuanto a la caridad? ¿Escuchó la voz de su conciencia y la ignoró? ¿Dónde están las buenas amigas, la mamá, las primas y las hermanas para dar un buen consejo o si no para DENUNCIAR?. Me pregunto si las personas cercanas a ésta pareja cumplieron lo que dice nuestro Señor en Mateo 18, 15-20: “Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano.”

Pero no solo me refiero a los que roban mucho, sino también a los que roban poco, a los que toman lo que no les pertenece. Hay la creencia de que robar poco no es tan malo, ya que se compensa por el sueldo insuficiente que se recibe en el cargo público. Algunos piensan incluso que robar para ayudar a su propia familia es algo lícito. Esta manera de pensar es errónea y corrupta. ¡No se puede tomar el dinero del pueblo para el bien personal o familiar; el dinero del gobierno y los bienes públicos son para el pueblo! El dinero del gobierno proviene de los impuestos que paga el pueblo y su función es administrar los bienes y servicios para que el pueblo tenga una vida digna y también buscar que ese dinero mejore la vida de los mexicanos más desfavorecidos con salud, educación y vivienda; redistribuyendo así la riqueza de los que más tienen a los que menos tienen. Estoy de acuerdo en que los salarios tienen que ser suficientes para una vida digna, pero el que no reciban un sueldo suficiente no justifica el robo y la corrupción de los servidores públicos. Que trabajen en otra cosa pero no en un cargo público.

En México la corrupción y la injusticia son los principales problemas, y esto me hace pensar muchas cosas. ¿Cómo estamos educando las mujeres a nuestros hijo(a)s? ¿Somos cómplices de ésta podredumbre de corrupción?. Si no fuéramos indiferentes ante ello nuestro país no sería tan corrupto. ¿Por qué somos indiferentes ante ello?

1/David Hume, filósofo escocés del siglo 18.


 
 
 
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