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EL ORDEN SE VIVE Y SE ENSEÑA


Celebramos este mes el día del niño y de la niña, pero nuestro principal interés es enseñarles a vivir bien y que tengan las competencias para lograrlo. Uno de los valores más urgentes es el valor del orden. Podemos constatar, desde siempre, comentarios como el que sigue:

“El cuarto de los hijos o de los nietos parece un “campo de batalla”, en la mochila del colegio todas las cosas revueltas y cuando usan algo en la casa lo dejan abandonado: el cajón que abren no lo vuelven a cerrar, la luz queda encendida después de salir del cuarto, la ropa recién lavada la dejan sin guardar…”

Sin embargo NO todos los niños y niñas son así, hay personas que naturalmente son ordenadas y otras a las que les cuesta mucho trabajo.

Se cree equivocadamente que una mujer ordenada es “buena” y una desordenada puede que sea desesperante, pero desde luego que no tiene que ver su problema con sus buenos o malos sentimientos. Una madre ordenada ayuda a sus hijos e hijas a valorar el VALOR DEL ORDEN y quizá tenga éxito. Por el contrario conocemos personas obsesionadas con el orden, limpian todo dos o tres veces, hablan continuamente de dejar las cosas en su lugar, no pueden sostener en su casa una conversación de sobre mesa, porque se levantan “mil veces” recogen los platos, limpian el mantel, etc. Todo extremo es perjudicial tanto las personas desordenadas y por otro las compulsivas con el orden y la limpieza. Sin embargo la limpieza y el orden no ocasionan enfermedades, pero el desorden y el descuido en la limpieza si acarrean infecciones que pueden ser serias y además son el origen de la mala calidad de vida.

Qué es el valor del orden

El orden es la disposición de las cosas en el lugar o tiempo que les corresponde según ciertas reglas establecidas. El orden pone las cosas en su sitio y en su momento.

Es una realidad que vivimos inmersos en una cultura que nos pide adquirir cosas y más cosas. Una amiga comentaba: “Tengo demasiadas cosas y cada vez acumulo más. Mis closets, mis armarios, mis archiveros, están repletos de objetos que siempre considero que necesitaré y que debo tener a mano, pero no encuentro lo que necesito en el momento oportuno. Dedico mucho tiempo a “hacer orden” y nunca acabo”.

El valor del orden se alcanza siguiendo tres pasos:

PRIMERO: ORDEN EN LAS IDEAS

Al hablar del valor del orden, pensamos generalmente en el orden de las cosas, pero es importante descubrir que primero tenemos que poner ORDEN EN LAS IDEAS.

Es necesario reconocer que hay personas más lógicas, más ordenadas en sus razonamientos y llegan más claramente a conclusiones. Hay personas más intuitivas que rápidamente llegan a conclusiones con solo unos datos. Son distintas maneras de proceder, pero ambas pueden llegar a conclusiones válidas.

Nuestros hijos pueden irse dando cuenta que es necesario tener todos los datos, información posible para llegar a conclusiones, “poner orden en sus ideas”.

Los datos nos ayudan a discernir y a saber qué queremos, cuáles son nuestras prioridades, a caminar con unas prioridades concretas.

SEGUNDO: PONER ORDEN EN EL TIEMPO

El tiempo es la sustancia de lo que está hecha la vida y hay que aprender y no es fácil, a hacer un horario que nos ordene el uso del tiempo.

Los hijos, nietos, deben aprender desde muy temprano a respetar un horario que es fácil, cuando están en clases, pero también organizar su propio horario durante las tardes y en especial durante las vacaciones escolares.

El análisis del uso de nuestro tiempo debe cubrir todas nuestras actividades. Cuánto tiempo dedicamos a: dormir, transportarnos, estudiar, recrearnos, Facebook, celular, televisión, ayuda voluntaria, colaboración en la familia, LEER, hacer oración y meditación, trabajar, etc. Si sacamos por semana el número de horas dedicadas a cada actividad veremos a qué le dedicamos más tiempo y cómo debemos usarlos mejor. Con un ejercicio similar podemos ayudar a nuestros hijos a elaborar su propio horario para vivir más plenamente.

Los hijos, los jóvenes y sobre todo los niños observan cuando no sabemos organizar nuestro tiempo. Hay adultos que llegan impuntuales siempre, no tienen tiempo de ayudar a quien se los solicita, nunca les alcanza la vida, no tienen tiempo de leer un buen libro, de seguir estudiando y superarse, ni tampoco de organizar un paseo bonito. Nunca aprendieron en su familia a discernir, a optar y a tener una disciplina.

Las rutinas son indispensables para hacer uso ordenado del tiempo: comer a la misma hora, baño, transporte, descansar, ver televisión o leer, dormir, etc. Las rutinas para niños y adultos ayudan a la memoria y conservan la salud.

TERCERO: PONER ORDEN EN EL ESPACIO

Acondicionar el espacio en el que vivimos es lo mejor que nos puede pasar y además se puede controlar.

Cada cosa en su lugar y no acumular lo que no necesitamos. Con los hijos hay que hacer el orden, cuando son pequeños junto con ellos y después ellos mismos se sentirán mejor disponiendo sus cosas en el lugar que escogieron.

Hay personas que sólo ponen orden cuando han perdido algo que necesitan y entonces revuelven todo, acomodan nuevamente y no paran hasta encontrar lo perdido. Esto no es la mejor forma de hacer orden porque se pierde tiempo (vida) energía y se estresa la persona.

Cuando Dios creó a Adán y a Eva les ofreció todo el mundo que les rodeaba les dijo “dominen los peces del mar, las aves del cielo… y eso es “controlar” todo nuestro entorno y solo lo logran las personas que tienen: orden en sus ideas, en su vida y en sus bienes. Tu familia, amigos, trabajo, te lo agradecerán.

“Si guardas el orden el orden te guardará a ti”

Contesta para ti las siguientes preguntas:

  1. ¿Te consideras una persona naturalmente ordenada o desordenada? Por qué?

  2. ¿Te has preocupado por enseñar a tus hijos, nietos a ser ordenados? Con cuáles resultados.

  3. ¿Cómo afecta el desorden en tu relación contigo misma?

  4. ¿Cómo afecta el desorden en nuestras relaciones con las personas a las que amamos y con las que convivimos? Familia, amigos, trabajo…

  5. ¿Cómo afecta el desorden en mi relación con Dios?

Mariaeu.diaz@gmail.com

Pedagoga y Expresidenta General de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC)


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