Crisis de identidad de los hombres Día del padre
Alicia y Elena, amigas que hacía años no se frecuentaban, al encontrarse platican sobre ellas mismas, sus hijos e hijas, su salud, etc. Alicia le pregunta a Elena:
Qué me cuentas de tu hija y de tu hijo, que eran compañeros de Luis, en la escuela, ¿se casó tu hija, cómo le va, tiene niños?-
Se casó muy bien con un hombre maravilloso. Fíjate que le ayuda en todo, hasta sabe cocinar y cuando ella tiene junta de trabajo en la noche, él baña a los niños y los acuesta, gracias a Dios le va muy bien.
Sigue platicando y comenta también que su hijo se casó con una mujer “moderna” que trabaja y que le exige que los dos aporten económicamente para sostener a la familia, él tiene en ocasiones que llevarlos a la escuela y hablar con los maestros porque ella no tiene tiempo. Pobre Luis, lo que tiene que aguantar…
En nuestra cultura vemos todavía la actitud de las madres y las abuelas que privilegian a los varones y los consideran con toda clase de derechos, que la mujer no debe disfrutar. Esta anécdota lo escuché hace tiempo y me parece muy reveladora de cómo identificamos el rol del hombre en el matrimonio, del padre
Las generaciones anteriores de nuestra cultura latinoamericana, tradicionalmente patriarcal, tenían un rol muy claro e inamovible para el padre, el jefe de familia: representaba la autoridad, era el proveedor y sostén económico, construía el patrimonio y vigilaba por el honor y buen nombre de su familia, etc. Algunos no cumplían rol, pero les quedaba claro que faltaban a sus responsabilidades.
Actualmente, las nuevas generaciones, han entendido que conviene tener en la familia, roles más flexibles y debido a la influencia de la mayoría de los países occidentales, el rol social de los varones ha cambiado notablemente, pero no deja de ser relativo y poco claro. Las mujeres llevan décadas de estar luchando por tener una identidad más justa y a algunos hombres, los desconcierta éste protagonismo de la mujer y no encuentran su papel actual.
En nuestra cultura todavía sufrimos mucho el “machismo”, pero no podemos dejar de reconocer que las mujeres, cada vez más, asumen responsabilidades que antes solo correspondían a los varones. Algunas son el sostén económico de su familia, tienen buena preparación profesional, son independientes, han roto con esquemas familiares de sujeción y destacan en las áreas: sociales, económicas, científicas, culturales, religiosas, etc. Muchos hombres, sobre todo los jóvenes, se muestran confundidos ante estas actitudes femeninas que presenta el nuevo esquema cultural.
Esta crisis que se vive principalmente en la cultura occidental rompe con la imagen del varón conquistador, proveedor, dominante, que toma las decisiones, que asume la autoridad. Lo masculino se encuentra fracturado y necesita reelaborarse. Desgraciadamente, algunos hombres, no comprenden lo que está sucediendo y toman actitudes inmaduras de dependencia, frustración, miedo, inseguridad. Es un hecho, que entre los varones, haya aumento desmedido de refugio en los intoxicantes: alcoholismo, drogas. Refugio con el que se intenta compensar artificialmente la inseguridad y una autoestima debilitada.
FELICES DIFERENCIAS
“No es bueno que el hombre esté solo. Le daré, pues, un ser semejante a él para que lo ayude.” Gn 2,18
Las relaciones humanas pasan por un proceso crítico que afectan a mujeres y hombres y exigen un cambio para descubrir, con toda profundidad, lo que significa la reciprocidad y la complementariedad. O sea la aceptación de la diferencia, de dialogar con lo distinto. Es un proceso largo que exige modelos y valores nuevos.
La mujer no es propiedad del hombre y solo es la madre y el varón no es el único proveedor y la autoridad. La mujer no debe masculinizarse y el hombre confundirse y sentirse atacado. Los roles en la vida pueden ser flexibles, pero deben responder a la naturaleza de cada sexo porque no podemos negar que hay profundas diferencias físicas y psicológicas.
Es urgente crear relaciones nuevas, desde la diferencia y esto supone una revolución para la humanidad. La relación humana sana nos pide que en cada familia haya la mujer madre y el varón padre.
Muchos pensadores y sociólogos apuntan a la urgencia de que cada ser humano valore su interioridad. Frente a un mundo relativista y materialista es urgente descubrir quién soy, sin esperar que otros me definan. El ser humano, cuando va a su interioridad descubre a Dios y decide su destino. Mujer y hombre deben aportar a nuestro mundo, a nuestro tiempo necesitado y dolido: misericordia, fidelidad, tenacidad, valentía, compasión, cuidado por la vida y cada uno en forma peculiar pero unidos para construir, sin protagonismos falsos, el Reino de Dios.
Cambiar nuestra forma de concebir la familia es un desafío de nuestro tiempo, Elena seguía juzgando con dos criterios diferentes a la hija y al hijo sin objetividad ni justicia y esta actitud no es la mejor manera de construir un mundo más humano.
En el día del padre que celebramos en México, el segundo domingo de junio, te deseo que recibas el amor y el reconocimiento de los tuyos.
mariaeu.diaz@gmail.com
Pedagoga y Expresidenta de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC)