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¿QUÉ SABES SOBRE LOS INDÍGENAS?


El origen de nuestra Nación Mexicana proviene de los pueblos indígenas que descienden de las poblaciones que habitaban el territorio actual del país, cuando se inició la colonización española en 1492. Nuestra Constitución así lo reconoce y en su artículo dos, y en sus nueve Fracciones, encontramos los ordenamientos que les aseguran a los pueblos indios su autonomía y el respeto a su lengua, y a sus usos y costumbres, sin menoscabo de ser beneficiarios de todos los derechos que los indígenas tienen como mexicanos.

En casi todos los Estados de la República hay comunidades indígenas, pero los Estados que tienen el mayor número son Oaxaca, Chiapas y Yucatán. Las estadísticas nos dicen que hay cerca de siete y medio millones de indígenas, de tres años y más que hablan alguna lengua indígena. Existen 72 lenguas, las principales son: el Nahuatl, el Maya, el Zapoteco y el Mixteco; la mayoría de ellas no tiene alfabeto por lo que no es fácil su enseñanza. El 27% de los indígenas que hablan su lengua son “analfabetos” ya que no pueden leer el español. La escuela es el medio de alfabetizar pero sólo asiste a ella el 13.5% de niños indígenas, entre 8 y 14 años de edad.

Cuando al hacer el censo se les pegunta si son indígenas, sólo el 15% se considera indígena y de ellos sólo el 6.9 % habla una lengua indígena; el jefe de familia sí la habla, las madres no todas y los niños que van a la escuela hablan español. La identidad tiene carácter dinámico, se modifica y redefine en el curso de la vida; evolucionan los valores y las creencias e influyen dentro y fuera del hogar; en los comportamientos sociales y en las decisiones personales y familiares.

En este contexto de cambio y de evolución, los indígenas sufren pobreza y discriminación. Según las estadísticas, siete de cada diez viven en pobreza extrema. Solo el 57% de hombres y el 45% de mujeres están protegidos por el Seguro Popular. La mayoría de las mujeres se embarazan muy jóvenes.

En el año 2015 novecientos mil indígenas emigraron a otra ciudad en busca de trabajo y por lo menos un miembro de cada familia fue a buscarlo al extranjero.

Seguramente conoces, o haz conocido, a alguna persona indígena. Tal vez ha trabajado en tu casa o en la de algún familiar o amigo. Quienes se vean beneficiados de sus servicios sería deseable que hicieran algo para ayudarles a superarse: Enseñarles a leer y escribir; hay instituciones que lo hacen gratuitamente. Si ya cursaron algunos años de primaria o secundaria, mucho les ayudaría facilitarles que la continúen. Mientras estén en tu casa hay que ayudarles a cuidar su higiene y su arreglo personal, estimularlas a mejorar su vocabulario en las pláticas con ellas. Hay que estar pendientes de su salud; el Seguro Popular o las clínicas de Salubridad pueden ser una opción. La solidaridad es un deber de los Cristianos y especialmente con los más necesitados.

También podemos aprender de las personas indígenas con las que tengamos contacto, tienen tradiciones muy valiosas, tanto en lo religioso, en lo social y en lo culinario, saben recetas de cocina que vale la pena conocer.

Lo principal es considerar que los y las indígenas son personas que merecen todo nuestro respeto y consideración y que deben ser tratadas no sólo con justicia sino con solidaridad y afecto. Al igual que nosotras todos los indígenas son Hijos de Dios.


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