CUERPO Y ESPÍRITU
Le propongo un ejercicio muy sencillo.
Sonría con una sonrisa amplia, abierta, franca (no haga este ejercicio si está en un lugar público, puesto que puede parecer extraño).
Mantenga la sonrisa por unos segundos. Ahora, sin dejar de sonreír, piense para sí “Qué triste y desdichado soy”.
¿Se lo cree? ¡Claro que no! Incluso puede ser que le cueste trabajo siquiera pensarlo.
Esto demuestra lo que descubrió William James, llamado el padre de la Psicología moderna: Que cuerpo y espíritu se encuentran fuertemente conectados.
La conexión es lógica. Si usted se siente alegre, su rostro y su cuerpo reflejarán alegría; es decir, primero llega el sentimiento, y después sigue la acción.
Pero la conexión es tan grande, que podemos invertir el proceso. Si ponemos cara de alegría por un rato, terminaremos por estar realmente alegres.
El cuerpo puede dominar al espíritu. Eso es innegable. La forma en la que actuamos tiene un efecto poderosísimo sobre el estado de ánimo. Y esto se extiende hasta el arreglo personal.
Este fenómeno puede sernos de mucha utilidad… o de mucho perjuicio, todo depende de cómo lo utilicemos.
Existen diversas formas en que la conexión cuerpo-espíritu nos afecta para bien o para mal.
Un ejemplo es la forma en que nos vestimos. Probablemente haya usted experimentado esa sensación de bienestar y seguridad en sí mismo que viene cuando se viste con ropas elegantes, por ejemplo para una fiesta familiar. “Sacamos (como se dice) nuestras mejores garritas”, nos arreglamos, y de pronto nos sentimos bastante bien. La forma en que se dirigen los demás a nosotros cambia, pero incluso nosotros sentimos el cambio: nos atrevemos a conversar con soltura, somos sociables.
A mi padre (ingeniero bioquímico) le pasó algo muy curioso. En cierta ocasión, un sobrino le pidió elaborar la fórmula para un champú que quería fabricar. Mi papá compró las materias primas, y una tarde se arremangó la camisa, se metió a la cocina y se puso a trabajar, pensando que aquello le tomaría unas horas. Empero, sucedió que se llevó toda la tarde, y no tuvo éxito.
Al día siguiente, se puso otra vez a la tarea. Otra vez se arremangó y se puso a trabajar. Nuevo fracaso.
Al tercer día, llevaba una hora o algo así, cuando de pronto salió de la cocina con el rostro iluminado. “¡Préstame mi bata de laboratorio!” me dijo. En cuanto se la di, se enfundó en ella y se metió a la cocina. Ya con la bata, no tardó mucho para culminar la tarea con éxito. “¡Me faltaba mi bata!” explicó radiante después entre risas. “Parece mentira, pero no sentía que estuviera trabajando”.
Este fenómeno se ha observado en muchas empresas, sobre todo en aquellas en las que se ha optado por dejar a los empleados vestirse de forma casual; Es impresionante ver cómo la productividad tiende a bajar.
Médicos y científicos que no usan bata o vestimentas acordes a su labor, tienden a ser menos efectivos y pierden autoridad.
Los uniformes son un ejemplo. El comportamiento de un militar u oficial, y el impacto que tiene, cambia de un momento a otro al ponerse el uniforme.
En varios experimentos se ha comprobado que la gente tiende a confiar más en la autoridad y profesionalismo de una persona con traje sastre (sea hombre o mujer) que con otro tipo de vestimenta.
I
ncluso el color influye. Imagine que está usted frente a un edificio de oficinas. De pronto, salen de una puerta personas bien vestidas, pero todas de azul marino. De la otra puerta, salen personas elegantes, pero ataviadas en color café. ¿Quiénes creería usted que tienen puestos de mayor autoridad? Seguramente pensó usted en las de azul. El azul marino da una impresión de autoridad. El café, de un nivel bajo. No es casual que el azul sea el color más utilizado por cuerpos policiacos de todo el mundo.
“
Vístete de lo que quieres ser” es un consejo en el mundo empresarial. Se refiere a que si aspira usted a ocupar cierto puesto, primero debe dar la impresión de que ya lo tiene, con su arreglo personal.
Un ejemplo muy curioso es el de una liga infantil de fútbol soccer en la que los niños podían usar los uniformes y nombres de selecciones nacionales. Los equipos de Brasil y Argentina ganaron casi todos los partidos. Se dice en los deportes que los uniformes “pesan”. Esto es totalmente cierto. (De hecho, mucho del relativo éxito que ha tenido la selección mexicana en los últimos años se atribuye a haber cambiado el uniforme “verde/fracaso” al negro y al blanco, que psicológicamente recuerdan al Real Madrid).
¿Cómo sacar provecho de esto?
Cuando sienta miedo, compórtese como si fuera valiente. Actúe un poco, si quiere, emulando a su actor favorito; poco a poco, el valor se irá apoderando de usted
Cuando se sienta deprimido o falto de energía, procure sonreír y actuar como la persona más entusiasta de este mundo; en unos cuantos minutos, el desánimo se habrá ido.
Procure arreglarse como una persona exitosa. Se dice que un buen corte de pelo y un buen saco o suéter bastan. No tiene que “echarse hasta el metate” para enviarse y enviar un mensaje de triunfo y bienestar.
Evite esos pants viejos para salir, sobre todo si lo hace con sus hijos o esposa/o. La cachucha y la camiseta podrán ser muy cómodas, pero envían el mensaje de “no soy importante”. Este mensaje, al repetirse tanto, termina por ser cierto, hasta que ya nada es importante.
Lo mismo sucede si está usted desempleado o jubilado. Cuando el desánimo se apropia de gente en esas situaciones no podemos sino preguntarnos ¿qué fue primero? ¿La persona se viste así porque está desanimada? ¿O está desanimada porque se viste así? Es un poco de ambas cosas. Se ha observado que existe menos incidencia de depresión en personas que procuran vestirse, arreglarse y salir bien ataviados (aunque sea al supermercado) que en aquellas que se visten y van a todas partes ataviadas como si fueran a lavar su coche.
Usted puede dominar sus emociones. Es cuestión de decisión personal.