¿Dejas todo para después?
- Cristina Robles Quevedo
- 1 jul 2019
- 4 Min. de lectura
En el artículo anterior vimos en qué consiste la procrastinación y qué características tiene. En este artículo veremos algunas formas de contrarrestar este hábito.
Vamos a recordar rápidamente varios términos. La procrastinación es el equivalente a postergar algo que necesitamos hacer, a dejar las cosas para el último momento. Por otro lado, un hábito es una manera de comportarnos normalmente, pero en el caso de la procrastinación, es un mal hábito porque más que ayudarnos, puede generar dificultades como angustia, estrés, frustración, problemas con otras personas, bloqueos mentales o al querer actuar, etc.
Medios para superar la procrastinación
En este artículo veremos cómo contrarrestar aquello que nos lleva a procrastinar.
1ro. Quienes procrastinan suelen tener pensamientos que llamaremos irracionales porque no tienen que ver con la realidad, sino con creencias subjetivas. Suelen creer que la tarea que necesitan hacer les va a costar mucho trabajo o dicen tener miedo a fracasar y que les salgan mal las cosas o piensan que no van a poder hacerlo porque es algo muy difícil, etc.
Para contrarrestar un pensamiento irracional necesitamos identificar que lo es, buscando evidencia en la realidad. Veamos un ejemplo. Juan tiene un sueño: quiere ir a Japón porque desea iniciar un proyecto laboral allá. Para ello necesita organizarse y analizar lo necesario para hacer el viaje en diciembre. Sin embargo, retrasa el análisis argumentando que es muy difícil lo que quiere hacer, que es probable que le vaya mal y fracase, que no sabe si tiene caso ilusionarse o arriesgar lo que ahora tiene por ese sueño, que ni si quiera sabe japonés, etc. Hagamos el análisis de la realidad:
“Es difícil lo que quiero hacer”. Efectivamente no es fácil lo que se propone y en realidad este no es el problema. Juan se ha dado cuenta que el problema es que le cuesta trabajo aceptar que hay cosas que requieren esfuerzo, quizá porque está acostumbrado a que los demás le solucionen las cosas o se las faciliten. Entonces, no lo detiene lo difícil de la situación, sino lo que le va a requerir esfuerzo.
2do. Reconoce tener malestar emocional por esos pensamientos irracionales. El pensar que su sueño es difícil le genera flojera, angustia y ansiedad. Tiene miedo ante la posibilidad de que fracase al intentar alcanzar su sueño y a la vez esto le detona frustración y un bloqueo mental que le impide pensar en cómo hacer para lograr su sueño. ¿Cómo contrarrestar esto?
Juan necesitaba entender sus emociones; las emociones tienen una función, nos sirven para algo. El miedo es una emoción que nos protege del peligro. ¿De qué protege a Juan su miedo a fracasar? Le protege de tomar decisiones temerarias, de lanzarse a hacer cosas sin reflexionar en las consecuencias o sin planeación. Al
tomar Juan conciencia de esto, se anima a planear su viaje a pesar de sentir ese miedo. Por otro lado, también se ha dado cuenta que sólo está viendo una parte de la realidad: la posibilidad del fracaso. Y sí, es verdad que puede fracasar, pero también lo es que le puede ir bien y puede tener éxito. Finalmente, se ha dado cuenta de que ya sea que lo logre o no, tendrá un aprendizaje que podrá utilizar para lograr ese sueño.
3ro. Juan se ha dado cuenta de que cuando se proponga planear su viaje, lo atacarán esos pensamientos y emociones, y ello le llevará a evitar la tarea y se distraerá con otras actividades que le hacen sentir bien (distracción placentera, satisfacción inmediata, sensación de felicidad, etc.). Por ello se levanta a comer algo, se engancha con sus videojuegos, se distrae con el celular… Y cuando se da cuenta, ya pasó el tiempo que tenía destinado para su planeación y se molesta consigo mismo.
¿Cómo hemos de trabajar esto con Juan? Primero, entendiendo qué es lo que le pasa y qué es lo que suele hacer. Ha aprendido a combatir sus pensamientos irracionales, a entender sus emociones y que el malestar que experimenta quiere contrarrestarlo con actividades que lo hacen sentir por un momento mejor, pero cuando se da cuenta que no ha avanzado en su proyecto, se siente peor que antes. Por otro lado, ha entendido que necesita centrarse en lo que necesita hacer y para ello requiere programar sus tareas. Por ejemplo, si tiene dos horas para trabajar en su proyecto, los primeros quince minutos los puede dedicar a hacer “lluvia de ideas” de lo que necesita hacer para poderse ir a Japón en diciembre: aprender japonés; el dinero que necesita ahorrar para el viaje; abrir contactos desde aquí para saber a dónde va a llegar allá y con quién puede empezar a trabajar, etc. Esto equivale a lo que llamaremos “qué necesito hacer”. Después pensará cómo lograr cada una de esas actividades. A esto le llamaremos “cómo logro hacer eso” (o sea, cómo aprenderé japonés, ¿con un curso en línea o en alguna academia?) Finalmente, necesita poner cada una de estas tareas en un calendario, a esto le llamaremos “cuándo lo haré”. Por ejemplo ¿cuándo empezaré mis clases de japonés? ¿cuándo necesito pagar el viaje?
Conclusión
Un “qué” sin un “cómo” y sin un “cuándo” es un “nunca”.
PARA REFLEXIONAR:
Piensa en algo que necesitas hacer, pero que has pospuesto sin lograr realizarlo y trata de implementar estos pasos.
