NOS CAMBIÓ EL ESTILO DE VIDA
“Señor Dios, dueño del tiempo y de la eternidad. Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro”
Con lágrimas en los ojos, la vendedora del mercado, que acababa de salir del hospital por haber tenido Covid19, me comentaba: “Estuve a punto de morir y con verdadero pánico recuerdo a los pacientes que sufrían a mi lado por asfixia y morían solos. Dios se apiadó de mí y permitió que saliera de esta difícil situación. Sin embargo, aprendí mucho en mi tiempo en el hospital.”
Sabemos cuántos otros, en diferentes países del mundo y desde luego en México, sufrieron por estar confinados en sus casas o pequeños departamentos y cuántos otros menospreciaron toda medida de higiene y se arriesgaron a contaminarse, arriesgándonos a todos.
Vivimos momentos importantes como personas, como sociedad y como mundo porque todos fuimos afectados. La humanidad entera se siente hermanada y aprendemos de este CAMBIO dramático. En esta época sería bueno detenernos a reflexionar para así sobrevivir ajustándonos a una forma de vida muy diferente a la que conocíamos.
LOS CAMBIOS
Ante todo, redescubrimos el VALOR DE LA VIDA Y DE LA SALUD, maravillosos y misteriosos dones de Dios, pues la pandemia los amenazó de manera repentina.
Creyentes y no creyentes están asombrados y preocupados por el riesgo que corre su vida y quizá se están cuestionando de la siguiente manera: ¿qué he hecho de mi vida? y ¿qué es por lo que lucho diariamente? ¿moriré pronto?
Nuestra época se distingue por la indiferencia de muchos hacia:
Dios: consecuencia del materialismo, el ser humano se siente autosuficiente y se siente señor de su propia vida, en forma egoísta y sin compromiso con nadie.
Los demás (el prójimo) y lo creado: La persona siente que no debe nada a nadie, excepto a sí mismo (individualismo). Hay falta de compromiso, de solidaridad y de compasión; falta de respeto a la naturaleza y a su conservación.
La realidad que nos rodea: El hombre o la mujer no quieren informarse, poner atención a la situación de nuestro mundo y ante la humanidad que sufre.
Ante la indiferencia frente a Dios, vemos cómo muchas personas, en la sociedad y en el mundo, vuelven a invocar la misericordia de Dios, su Providencia y reconocen las leyes inscritas en la naturaleza creada por Él, naturaleza que parece que ha renacido grandiosa, bella, impresionante.
La indiferencia ante los demás puso en evidencia que lo que le afecta al otro, afecta también a mi persona y lo que haga por el otro, me beneficia. Cuántas personas, organizaciones de la sociedad civil, familias descubrieron el valor de su compromiso social durante la pandemia. Me llamó la atención una familia que tenía artículos de higiene y de despensa frente a su casa, con un letrero que decía: “Si te sobra algo dona y si te hace falta algo, toma”.
Ante la pandemia, tanto personas con bajo nivel educativo como personas bien preparadas académicamente, ponen en duda esta realidad; no será hasta que sufran directamente las consecuencias de su incredulidad que reaccionarán y acatarán las medidas sanitarias.
Estamos padeciendo también y vemos cómo nuestras relaciones familiares, de trabajo y de amistad han cambiado mucho, gracias a las redes sociales.
Personalmente me ha llevado mucho tiempo el trabajo de oficina que tengo, pero sobre todo la limpieza de la casa (no viene nadie a ayudarme) y después me pregunto ¿nadie va a visitarnos, ni verá el lindo cuadro que colgué y la rica comida que preparé? ¿Para qué tanto esfuerzo? Nuestra cultura cambió si entendemos que CAMBIÓ la manera de relacionarme conmigo, con los otros, con la naturaleza y con Dios. Sin embargo, descubrí que quiero tener y vivir en un entorno bello, aunque nadie más lo disfrute.
Reconozco que es un momento privilegiado para reflexionar, revisar los motivos que me inspiran a vivir con plenitud, para CAMBIAR y cito textualmente parte del texto del fraile franciscano italiano, Gian Maria Polidoro, con quien tuve oportunidad de trabajar durante algunos años, que escribe sobre la Esperanza en relación con la pandemia:
¡Esperanza! Hermoso término es la palabra esperanza que se usa para hacernos girar la mirada hacia las bellezas del Reino de Dios, cuando hablamos de fe; una mirada hacia un cielo sereno cuando se habla de creación; una mirada hacia el mundo fraterno, cuando se habla de vida entre nosotros personas del mundo. Esperanza es el término que escuché hoy vía telefónica o a viva voz, cuando con tantos amigos y parientes y conocidos, nos dimos el saludo en este día.
Reflexión:
¿Cuáles valores quieres que dirijan ahora tu vida? Amor, justicia, compromiso social, ayuda económica, etc.
¿Cómo ayudaste durante la pandemia, en tu familia, en tu comunidad?
mariaeu.diaz@gmail.com
Pedagoga y Expresidenta General de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC).
En recuadro:
“¡Esperanza! Hermoso término es la palabra esperanza que se usa para hacernos girar la mirada hacia las bellezas del Reino de Dios, cuando hablamos de fe…”