¿CUÁL SERÁ EL CAMINO?
Todos los días, a todas horas, en los medios de comunicación, en las charlas familiares, por internet, etc. etc. recibimos noticias que nos angustian, que nos aterran y hay personas que nos aconsejan ya no escuchar nada de ese tema porque se trata de información detallada y minuciosa de los cientos de asesinatos que diariamente ocurren en nuestro país. Lo mismo da que sean jueces, presidentes municipales, periodistas, personas que estaban en un bar, en un centro de rehabilitación o sacerdotes. Nos dicen que son los narcos, criminales a sueldo y hasta el esposo o novio de desafortunadas mujeres.
También atribuyen todo ese horror al afán de tener poder, dinero o porque eran pobres y les ofrecieron salir de esa situación recibiendo una grande o pequeña suma de dinero; o por estar amenazados; lo cierto es que se está viviendo un clima de gran inseguridad.
¿Cuál es nuestra posición?
En general, y con razón, queremos estar lejos de esas situaciones, sin embargo desde la pequeña parcela en que gracias a Dios vivimos, tenemos que enfrentar esa dolorosa realidad y al hacerlo, quisiera compartir algunas reflexiones personales, por ejemplo me pregunto: ¿cuál es la raíz de esta situación que produce tantos asesinatos? Nos han dicho que es la lucha por dominar un territorio, que es la venganza, el odio, el dinero, la lucha por el poder y podríamos agregar más; pero es posible llegar a otra conclusión que a los católicos nos cuestiona fuertemente: todo ese dramático panorama es el resultado de la descristianización de esos sectores de la población que se olvidan de que los católicos tenemos un precepto dado por Dios: No matarás.
Una descristianización que se ha ido colando poco a poco en la mente y el corazón de muchas personas por medio de ideas y leyes tendientes a destruir el sentido del valor de la vida, es decir se mata buscando justificaciones como es el caso del aborto, la eutanasia y la mal llamada “muerte asistida”.
¿Cuáles son las justificaciones para realizar esos actos que apoyan las leyes? Son muchas, pero lo más claro es el aborto. Las razones que se dan para realizarlo son muchas: “no tengo dinero para sostener al bebé que viene en camino”; “este embarazo es resultado de una violación y por eso lo odio”; “me estorbaría para acabar de estudiar”; “sería un problema para desarrollar mi carrera”; “primero queremos viajar, divertirnos y después tener familia”; “alguien cercano a mí me obligó a hacerlo”; “me dicen que es muy fácil, que es como sacarse una muela” y más pretextos. La vida de la criatura que viene en camino, NO IMPORTA, no se piensa en ella, no vale nada, no pasa nada…
Estas ideas seguramente se han trasminado en muchos cerebros y por eso matan tan despiadadamente, sin ningún sentimiento de culpa: mato al que me estorba para realizar mis planes, mato al que me está poniendo al descubierto; mato al que quiere meterse en “mi territorio”; mato porque es fácil tender una emboscada; mato porque los odio, mato por dinero o por miedo.
A los católicos, esta situación no nos debe ser ajena; como sociedad debemos preguntarnos qué es lo que hemos hecho mal y a la vez, necesitamos realizar un mayor esfuerzo para reforzar la fe en nuestra familia, en nuestro entorno, en nuestra comunidad; cuidar que los niños y jóvenes no saturen su mente con las historias que ven y hasta viven, en cierta manera, en los video-juegos, en series en la televisión y películas en que los héroes son narcos o asesinos; pero también es necesario hablar sobre el valor de la vida humana en cualquiera de sus etapas o situaciones; apoyar, cuando sea posible, a organizaciones o instituciones que defienden la vida y rezar, rezar mucho por la paz de nuestro país.
PARA REFLEXIONAR:
¿Has rezado alguna vez para pedir por la conversión de quienes cometen esos delitos?
¿Has hablado en tu familia seriamente sobre el valor de la vida humana y el deber de cuidarla y respetarla?