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El Día Internacional de la Mujer (8 de marzo)

La mujer es un miembro activo con plenos derechos,

y a la vez parte importante para el desarrollo de los pueblos.

Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer. México, 1975.


Han pasado 45 años desde que la ONU instituyó el Día Internacional de la Mujer; sin embargo, en muchos países las mujeres siguen siendo relegadas y sin oportunidad de disfrutar de sus derechos fundamentales como: la vida, la salud, la educación, la seguridad y el trabajo digno, derechos que les han sido negados, en muchos casos, desde su nacimiento y a lo largo de su existencia. Esta dolorosa situación no sólo se vive en algunas regiones de México, sino en diversos países del mundo.


Podemos afirmar que las mujeres siguen sufriendo discriminación, violencia e injusticia. En México han aumentado los feminicidios en forma alarmante y, lo que es peor, son crímenes que han quedado, en la mayoría de los casos, sin resolver y sin castigar al culpable. El problema de discriminación de la mujer es cultural y, por lo tanto, no ha sido fácil tomar conciencia de la importancia del tema, el cual algunas veces las mismas mujeres lo hemos rechazado, porque ignoramos su trascendencia (conciencia ingenua). Algunas de las formas de discriminación velada que sufrimos cotidianamente las mujeres son:


1. Hacer a las mujeres invisibles. No tomar en cuenta su opinión, su presencia física.

2. Poner a las mujeres en ridículo y destruir su autoestima cuando opinan o toman alguna decisión.

3. Negarles la oportunidad a la educación escolar o a la información que necesitan.

4. Cargar a las mujeres de culpa y vergüenza por las decisiones que tomaron, obligadas por las circunstancias difíciles.


Importancia de ocupar cargos de responsabilidad


Una de las formas para poder superar las situaciones de injusticia es reconocer que es importante ocupar cargos de responsabilidad, no sólo en nuestra familia sino en nuestra comunidad, en la escuela de nuestros hijos, en la política, etc.


Adquirir y ejercer poder público y político ha sido, a lo largo de la historia y en diversas culturas, un derecho reservado a los hombres. Debemos tener interés de ocupar altos puestos de responsabilidad que podremos utilizar para servicio de los demás. El poder y el servicio nos permiten provocar cambios que beneficien a nuestra patria, donde urge vivir la justicia social para todos.


Hay que resaltar que la paridad de género en política no es poner en lugar de un varón a una mujer, sobre todo si no está preparada para ocupar ese puesto de servicio a su comunidad, al municipio o al país. Hacerlo así solo por motivos partidistas y, peor aún, aceptar ese cargo es engaño y corrupción; volver a ser usada para beneficio de un partido.


Podemos comprender nuestra dignidad como mujeres de fe, si reconocemos que en el mundo entero hay una gran necesidad del aporte específico de las mujeres en todas las áreas: en la economía, en la política, en la ciencia, en los servicios sociales, en la educación. Es indispensable que estemos conscientes de nuestra dignidad y misión específica que tenemos por el hecho de ser mujeres.


Es importante que los hombres participen en el trabajo, que valoren nuestra dignidad de mujeres para cumplir, entre los dos, el plan de Dios. Es necesario, para esto, practicar el diálogo para mejorar la comunicación y unir esfuerzos para alcanzar metas comunes.


Nuestra misión consiste en caminar juntas con quienes buscan caminos más humanos para enfrentar acertadamente los retos de la vida. Este es un momento histórico para que las mujeres de fe se hagan más fuertes y para que nuestra voz sea escuchada en la Iglesia y en la sociedad.


María, la mujer que nos inspira


Reflexionemos el valioso mensaje del Papa Francisco el pasado 1º. de enero, día en que se celebra la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Cito textual: Pero la Iglesia es madre, la Iglesia es mujer. Y mientras las madres dan la vida y las mujeres conservan el mundo, trabajemos todos para promover a las madres y proteger a las mujeres. Cuánta violencia hay contra las mujeres. Basta. Herir a una mujer es ultrajar a Dios, que tomó la humanidad de una mujer, no de un ángel, no directamente, sino de una mujer. Y como de una mujer, de la Iglesia mujer, toma la humanidad de los hijos.


En una sociedad donde se teme al compromiso, la mujer de fe invita a asumir una postura clara y solidaria. Es indispensable que superemos el miedo y nos arriesguemos a ayudar al otro, al diferente, al necesitado, al débil (niños, niñas, ancianos).


Redescubramos a las mujeres que en la historia de la Iglesia y del mundo, han asumido compromisos. Ellas han expuesto su propia tranquilidad y seguridad para mejorar su entorno. Son mujeres comprometidas con la realidad, con su tiempo.


Podemos terminar diciendo que rescatar lo femenino, la presencia y participación de la mujer en la Iglesia y en la sociedad, es aprender a valorar la naturaleza y la misión tanto de la mujer como del varón y una manera concreta de articular nuestros esfuerzos en comunión por el bien de todas y todos.


Para reflexionar:


• Menciona los nombres de mujeres de tu comunidad, tu ciudad, etc. que se han destacado porque trabajan por el bien de los demás.

• ¿Cómo podemos unir esfuerzos, las mujeres con los varones, para mejorar a nuestra patria? Da ejemplos concretos.

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