Valora tu tiempo
Comienza un año nuevo para ti, que lees este artículo y estás consciente de algunas personas queridas que no llegaron ya a celebrarlo porque se les acabó el tiempo: La vida.
Si ahora, el primer mes de 2018, nos preguntamos cuáles valores apreciamos más, seguramente contestaríamos: la familia, la salud, el trabajo, nuestra fe, etc. pero no hablaríamos del tiempo, sin el cual no disfrutaríamos todo lo anterior.
La substancia de la que está hecha la vida es el tiempo. Desperdiciar el tiempo, es desperdiciar la vida y por ello, el tiempo tiene un valor moral.
Me pregunto ¿por qué es el tiempo un valor moral? Porque su uso depende de la voluntad de cada uno y la ética es “la ciencia práctica y normativa que estudia la bondad o maldad de los actos humanos”. Si no usamos apropiadamente el tiempo, nuestra vida, para el bien propio y de los demás cometemos una falta grave contra nuestra propia persona y la sociedad.
Parece y así es, que “el tiempo se escapa sin remedio” y no lo podemos recuperar; por esa y muchas razones debemos enseñar desde la niñez a hacer buen uso del tiempo y no desperdiciarlo. Un ejemplo concreto es la puntualidad, la cual manifiesta un gran respeto del tiempo ajeno. Generalmente los mexicanos y mexicanas no somos puntuales y eso demuestra el poco aprecio por la vida misma, como dice la canción “la vida no vale nada”. Aprender a valorar el tiempo se logra por medio de la educación que nos ayuda a estar conscientes de su valor.
Es necesario dedicar tiempo para lograr la educación integral de los hombres y las mujeres, para que se inicien, desde el nacimiento, en el proceso permanente en el que el ser humano desarrolla armónicamente todas sus potencialidades para lograr su realización plena y beneficien a la sociedad. Para lograr esto es necesario que nunca dejemos de educarnos y hay que estar en este proceso también “a tiempo”.
Comparto textualmente la siguiente oración: “¡Enséñame el arte de los pequeños pasos!” del famoso escritor Antoine de Saint-Exupéry (autor de “El Principito”) tomada de su libro “La Ciudad en el Desierto”:[1]
“No pido milagros y visiones, Señor, pido la fuerza para la vida diaria.
Enséñame el arte de los pequeños pasos.
Hazme hábil y creativo para notar a tiempo, en la multiplicidad y variedad de lo cotidiano, los conocimientos y experiencias que me atañen personalmente.
Ayúdame a distribuir correctamente mí tiempo: dame la capacidad de distinguir lo esencial de lo
secundario.
Te pido fuerza, auto-control y equilibrio para no dejarme llevar por la vida y organizar sabiamente el curso del día.
Ayúdame a hacer cada cosa de mi presente lo mejor posible, y a reconocer que esta hora es la más importante.
Guárdame de la ingenua creencia de que en la vida todo debe salir bien.
Otórgame la lucidez de reconocer que las dificultades, las derrotas y los fracasos son oportunidades en la vida para crecer y madurar.
¡Enséñame el arte de los pequeños pasos! “
Después de leer esta reflexión sobre el valor del tiempo y su buen uso en nuestra vida, me pregunto: ¿Podemos perder el tiempo con el celular, chateando, viendo la televisión, el Facebook, platicando con las amistades de todo y de nada, cuando cada uno, cada una somos capaces de interactuar para construir una sociedad más justa y humana? Podemos pero no debemos y ahí encontramos el valor moral del uso del tiempo.
En el hogar, se debe enseñar a hacer buen uso del tiempo, de acuerdo a cada miembro. Durante la niñez es importante en el juego y la participación de toda la familia
En la adolescencia, el joven deberá aprender a organizar su tiempo para estudiar, descansar, recrearse, etc. La madre y el padre, que ahora tienen roles flexibles, han de ayudarse el uno al otro.
BUEN USO DEL TIEMPO
Reconocemos que el buen o mal uso del tiempo son actos morales y tienen consecuencias que afectan a la persona misma,
a la sociedad y hasta la naturaleza.
El empleo correcto del tiempo beneficia:
A la persona para ORGANIZAR sus actos y lograr, poco a poco, sus metas y superación personal. Cuando se valora un minuto, una hora, un día, se da en relación directa a la propia vida.
A la sociedad, porque se contribuye al desarrollo de todos, por medio del respeto a nuestras responsabilidades y tareas concretas. Todo esto se logra con disciplina y voluntad de lograr lo propuesto. El trabajo social, nos involucra y compromete.
Algunas normas elementales para el mejor uso del tiempo:
Llevar una vida con rutinas sanas: hora de hacer oración, comer, de acostarse, de estudiar, de trabajar, hacer ejercicio.
Aprender a decir no y evitar el tiempo ocioso sin ningún sentido. Reconocer y evitar también a las personas que te quitan el tiempo.
Dedicar tiempo para reunirte con las amistades que quieres y valoras.
Tener metas concretas para cada época de la vida: juventud, madurez, vejez.
Vivir en el presente, que es la única realidad; no en el pasado que ya se fue o en el futuro que no sabemos lo que traerá.
Cumplir bien con las responsabilidades familiares, comunitarias, ocupacionales, profesionales y de esa manera trascender para el beneficio de la sociedad.
Dios nos dio el maravilloso regalo de la vida y cada uno de nosotros tenemos una misión, un proyecto especial que cumplir y contamos con determinado tiempo. En nuestro caminar por la vida le pedimos al Señor, como propósito para 2018: ¡Enséñanos el arte de los pequeños pasos! “
mariaeu.diaz@gmail.com
Pedagoga y Expresidenta General de las Organizaciones Femenina
[1] Antoine de Saint –Exupery, escritor y aviador que vivió de 1900 a 1944. Su libro más famoso es “El Principito” que ha sido editado en muchos idiomas y se han impreso más de 140 millones de ejemplares.