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Educar en la resiliencia


“No hay que abrazar la vida

con las manos, hay que abrazarla

con el corazón”

Adriana Macías

Adriana Macías nació el 25 de abril de 1978 y fue recibida con mucho cariño por su familia. Fue en ese momento en que su papá, don José Manuel Macías y su mamá doña Juanita Hernández se dieron cuenta de que había nacido sin brazos; esa situación fue muy difícil para toda la familia, sin embargo, le dieron su apoyo incondicional desde ese momento[1] y le enseñaron que ella podría lograr sus sueños, que no había obstáculo que no pudiera superar.

Conforme fue creciendo, la trataron igual que a su otra hija. De hecho, le pedían que cumpliera con sus responsabilidades en casa: tender su cama, recoger su habitación, etc.

Cuando ingresó a la escuela se dio cuenta de que ella era diferente a las demás niñas. Pensaba que de pronto le crecerían los brazos, al igual que le crecían el cabello o las uñas. Poco a poco se fue dando cuenta de su realidad. De pequeña utilizaba dos prótesis, pero no le gustaban. Ella dice que quería ser princesa y no el capitán Garfio. De manera sorprendente, aprendió a usar los pies para todo: con ellos escribe, come, se viste, se arregla, toca la puerta… Gradualmente descubrió que la discapacidad estaba no solo en ella, sino en todos aquellos que la discriminaban y se burlaban.

Aprendió a superar todos los obstáculos. Actualmente es una guapa e inteligente mujer, estudió Derecho y realizó diferentes posgrados de superación personal, recursos humanos, calidad en el servicio, programación neurolingüística e inteligencia emocional y se dedica a dar conferencias por todo el país. Ha escrito diversos libros para ayudar a los demás a ser mejores. Se casó con Juan Medina y recientemente tuvieron una hermosa niña. Ella y su esposo se dedican de tiempo completo a impulsar una cultura de respeto y de apoyo a las personas con discapacidad. Son un ejemplo de resiliencia pues han sabido salir adelante a pesar de todas las dificultades que han vivido.

¿Qué es la resiliencia?

La resiliencia es la capacidad para afrontar los obstáculos de la vida. Una persona con resiliencia es capaz de superarse ante las amenazas, las carencias o traumas.

En muchas ocasiones se nos presentan grandes dificultades: la muerte de un ser querido, enfermedades, crisis económicas, desastres naturales, guerras… en esas situaciones tan duras es cuando surge una fuerza que nos ayuda a salir adelante. En otras palabras, la resiliencia es la capacidad que tiene una persona o un grupo para recuperarse ante la adversidad y para seguir adelante con los proyectos, con la esperanza puesta en el futuro.

No significa que se niegue el dolor. La persona resiliente supera las situaciones difíciles, a pesar de la tristeza y el miedo. Los cristianos tenemos también la fuerza que viene de lo alto: Dios nos fortalece y le da sentido al sufrimiento:

“El auxilio me viene del Señor, que hizo el Cielo y la Tierra”. (Salmo 121,2).

El camino que lleva a la resiliencia no es un camino fácil, sino que implica un caminar en comunidad. Aprender a mirar las dificultades no como desgracias, sino como oportunidades.

Una gran responsabilidad

Los padres y madres de familia se preocupan siempre en dar lo mejor a sus vástagos. Los que tenemos hijos quisiéramos que nada malo les pasara. A veces nos vemos tentados a querer estar con ellos en todo momento; que no sufran, que no lloren, que no se caigan, que no se enfermen… Sin embargo, esto no es posible. En vez de sobreprotegerlos, es importante hacerlos fuertes, enseñarles que pueden salir avante ante cualquier dificultad.

La resiliencia también la pueden aprender los adultos e incluso, las comunidades enteras. A veces como país, los mexicanos nos sentamos a mirar las dificultades y nos quedamos cruzados de brazos, como esperando que todo se solucione mágicamente. Tenemos que aprender a salir adelante, luchar y buscar nuevos caminos.

La felicidad no se alcanza por casualidad o como resultado de la buena suerte. Ésta se construye con el trabajo cotidiano y con una buena actitud.

¿Cómo podemos enseñarles la resiliencia a nuestros hijos?

  • Les podemos decir que en la vida siempre habrá dificultades, pero Dios siempre nos dará la fuerza para salir adelante.

  • Podemos fortalecerlos enseñándoles a cumplir con sus deberes cotidianos y a hacerse responsables de las consecuencias de sus actos.

  • Evitar sobreproteger a los niños y jóvenes. Es importante que ellos aprendan el valor de las cosas. No les des todo lo que te pidan, enséñales, desde pequeños, a luchar por conseguir lo que quieren.

  • Ante una situación difícil, enséñales que pueden salir adelante; juntos busquen soluciones y sobre todo, oren a Dios para que Él les de fuerza y les muestre el camino a seguir.

  • Recuerden los dichos de los abuelitos: “Dios aprieta, pero no ahorca” y “Lo que no te mata te hace más fuerte”. Recuerden que, gracias a la resiliencia podemos dar sentido al sufrimiento y transformarlo en una oportunidad para sacar lo mejor de nosotros mismos.

  • Evitar los comentarios pesimistas sobre la vida y, por el contrario, enseñarles que la vida es maravillosa, que ellos pueden lograr lo que se propongan.

[1] Puedes encontrar su historia en youtube: Adriana Macías Hernández.


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