top of page

CARTA PARA MI PAPÁ

  • Carmen Gómez Medellín
  • hace 12 minutos
  • 4 Min. de lectura

Papá:

 

Pensé en escribirte estas líneas porque, de un tiempo hacia acá, siento que mucho ha cambiado, y creo que tú también te has dado cuenta.

 

Últimamente he notado que no hacemos tantas cosas juntos como antes y me parece saber el porqué. Muchos de los pasatiempos que antes compartíamos ya no son tan divertidos como solían serlo, y es como si lo que disfruto hacer ahora a ti no te gustara… es más, a veces siento que mis gustos te molestan. Es como la música, que en tu opinión siempre está muy alta, o es muy vulgar, o no es tan buena como la que se escuchaba en tus tiempos; o mi ropa, que consideras inapropiada para personas de mi edad; o mis amigos, que crees que nunca van a hacer nada de su vida. Desearía que no hablaras así de ellos porque, a veces, siento que eso es lo que opinas de mí.

 

Antes éramos muy unidos, pero desde hace tiempo siento que lo único que hacemos es discutir, y en ocasiones por cosas que no sé si valen la pena: dices que no me esfuerzo, que mis calificaciones son muy bajas, que me voy mucho de fiesta, que no sabes qué me pasa. Solamente estoy actuando como cualquiera que tenga mi edad. Sí, a veces me equivoco, a veces me desespero con facilidad y a veces no mido bien las consecuencias de mis acciones, pero es normal ¿no? Estoy aprendiendo, y lo estoy haciendo lo mejor que puedo. Siempre dices que ser papá no viene con un manual de instrucciones, pero estar en mi posición tampoco es claro ni fácil, y para el caso, tampoco existe un instructivo de cómo ser adolescente, o de cómo ser persona. Por eso, quizá, deberíamos aprender cada quién del otro, tal vez así la vida sea más fácil.

 

Creo que nunca te lo he dicho, pero tengo miedo. Tengo miedo de no ser suficiente para ti, de perder tu atención, de perder tu cariño. Por eso, en ocasiones me alejo, porque creo que me exiges más de lo que puedo dar, y me duele no poder ser lo que necesitas. Siento que, de pronto, cuando me ves, ves a alguien más: quizás a mí cuando era más joven, o quizás alguna otra versión de mí que no sé cómo ser; quisiera que me vieras sencillamente a mí, tu prole, con mis defectos y mis cosas buenas, con mis excentricidades y mis locuras, con mis inseguridades y mis temores. Después de todo, tú también fuiste joven alguna vez ¿supongo?

 

¿Alguna vez te sentiste como yo? ¿Alguna vez te sentiste perdido? ¿incomprendido? ¿cansado? Pienso que, si reflexionas por un rato, te darás cuenta de que sí, que en más de una ocasión te sentiste exactamente igual a mí. ¿Qué habrías querido que alguien te dijera en ese entonces? ¿te habría gustado un abrazo? No te lo digo porque no sé cómo hacerlo, pero yo también necesito un abrazo de vez en cuando. Creo que sí hablaras con tu (olvidado) yo-adolescente, encontrarías algunas de las respuestas que yo no sé ni dónde comenzar a buscar.

 

En fin, mi punto es que sé que nos hemos distanciado y, ¿sabes? Eso no es del todo malo. Sé que ya no necesito que me amarres las agujetas de los zapatos o que juegues conmigo, pero eso no quiere decir que no te necesite (o te quiera) en mi vida, sólo que ahora me haces falta de una forma diferente: a veces sólo necesito tu presencia y saber que, pase lo que pase, cuento contigo. Estoy en proceso de aprender quién soy, qué me gusta, qué me hace feliz, y no tener la respuesta a veces puede ser aterrador; tenerte a mi lado mientras me voy descubriendo es el mejor regalo que me puedes hacer. Sin embargo, necesito que dejes explorar por mi cuenta, que me permitas tambalearme, caerme y equivocarme. Te pido que confíes en mí, en que podré aprender lo que necesito y encontrar las lecciones ocultas en los grandes (y pequeños) momentos de la vida.

 

Estoy creciendo, y crecer significa que tengo que dejar atrás a la personita que fui para abrazar a la gran persona en la que me estoy convirtiendo. Para hacerlo, mi perspectiva del mundo tiene que cambiar, así como mi percepción sobre ti. Pero no pasa nada, que eso no es algo malo, no quiere decir que dejes de ser mi héroe, sólo significa que ahora también puedo ver tu lado más humano, que también se siente perdido a veces, que no tiene todas las respuestas y que en ocasiones se equivoca.

 

Sobre todo, quiero que sepas que algo que nunca cambiará es el amor que siento por ti. Incluso en los peores momentos, cuando nos gritamos y te digo que no te quiero volver a ver, incluso entonces sigues siendo una de las personas más importantes de mi vida, sólo que el enojo me gana.

 

Ya no me hace falta tanto para llegar a la adultez, y aunque ese salto me espanta, también me llena de emoción. Imagino que pensar en ello también puede ser complicado para ti, que me conociste desde antes de que yo naciera, pero de eso se trata la vida, y eso es lo que la hace hermosa.

 

Con amor, tu adolescente rebelde.

 

Para Reflexionar:

• ¿Tienes un hijo o hija adolescente? ¿Cuál ha sido tu experiencia con él o ella?

• Después de leer esta carta, ¿qué te gustaría decirle? ¿Cambia en algo tu percepción sobre su relación? ¿En qué sentido?

 
 
 

Commenti


Entradas destacadas
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page