La verdad nos hará libres
- Cristina Robles Quevedo
- hace 3 días
- 4 Min. de lectura
“La libertad es el derecho que tienen las personas de actuar
libremente, pensar y hablar sin hipocresía”
(José Martí)
El 24 de julio se conmemora el nacimiento de Simón Bolívar, considerado uno de los grandes Libertadores de América. Independientemente del juicio histórico que se pueda tener de él, me parece interesante mencionarlo como un ejemplo de alguien que luchó por la libertad. Y sobre este tema quiero llevar la reflexión de este mes.
Según la Real Academia Española, la libertad en términos generales, además de ser un derecho fundamental para todo ser humano, es la facultad natural que tiene una persona de obrar (o no obrar) de una manera o de otra y por la cual se hace responsable de sus actos.
Hay muchos tipos de libertad. Algunos son: libertad de opinión (tener pensamientos distintos a los demás), expresión (poder expresar ideas y opiniones de cualquier manera), elección (poder elegir qué hacer y cómo actuar), de manifestación (poder protestar cuando no estamos conformes con algo), de asociación (para formar grupos), de movimiento (para moverse por y hacia donde se desee), de culto (para profesar la religión que uno quiera), educativa (elegir el tipo de educación que uno desee), académica (para investigar sobre cualquier tema), de prensa (para que los medios de comunicación puedan transmitir noticias en su país, sin que el Estado intervenga), etc.
De acuerdo al Dr. Fernando N. Sánchez Martínez[1] y la Doctrina Social de la Iglesia[2] la libertad está implicada en el principio de participación, por el cual cada ciudadano puede, libre y responsablemente, ejercer los derechos que tengan que ver con un trabajo colaborativo hacia la construcción del bien común[3] y una sociedad más justa. Por lo que el principio de participación es un deber moral.
Si el principio de participación es una obligación para los católicos ¿cómo podemos ejercerlo de manera responsable y libre? La respuesta está en las palabras de Jesús: “La verdad les hará libres” (Jn 8, 31-33). Y si nos preguntamos como Pilato, ¿qué es la verdad? Ésta, básicamente es la adecuación entre lo que pensamos con lo que es real, “la correspondencia entre una afirmación y los hechos” [4].
Por lo tanto, hoy en día no sólo es muy importante que estemos objetivamente informados para poder elegir y actuar libremente. También es necesario que aprendamos a elegir de dónde obtenemos esta información.
Por ejemplo, antes de las pasadas elecciones, escuché a dos personas que discutían sobre quién votar. Una de ellas comentaba que iba a votar por un candidato específico porque de no hacerlo le iban a quitar su pensión de adulto mayor. Y por más que la otra persona le decía que no se la podían quitar porque era un derecho Constitucional (y por lo tanto, no se puede quitar tan fácilmente) no cambió de opinión.
Esa persona no votó libremente, por falta de información. Pareciera que desconoce, entre otras cosas, que su pensión es un derecho que está en la Constitución y por lo tanto es ley. Entonces, si se la llegaran a negar, se estaría violando la ley.
En ese entonces era muy común escuchar comentarios como el de esta persona y seguramente varios actuaron de igual manera. Muy probablemente eligieron presos (que es lo contrario a ser libre) de un miedo basado en rumores u opiniones.
Con este ejemplo podemos ver la importancia de buscar la verdad para poder tomar decisiones libres. Y la pregunta natural sería ¿cómo podemos encontrar la verdad?
Antes de abordarlo, también es importante aclarar que, quien dice tener la verdad absoluta está equivocado porque todo lo que conocemos puede estar influenciado por nuestras percepciones y experiencias de vida. Por lo tanto, el informarnos debe ser algo continuo y habitual en nuestra vida.
¿Y qué podemos hacer para lograrlo?
1. Hacer el hábito de la lectura y/o escuchar noticias de diferentes medios de comunicación para ver diferentes puntos de vista y contrastarlos con la realidad.
2. Tratar de buscar evidencia y hechos antes de dejarnos llevar por opiniones.
3. Cuestionar lo que pensamos y abrirnos a escuchar a otros evaluando su credibilidad y los motivos por los cuales nos está dando cierta información. Para ello es importante conocer a la gente, sus valores, su ideología.
4. Y la más importante, acercarnos a fuentes confiables de información contrastando lo que dicen con lo que está sucediendo en la realidad. Para ello es importante ser personas críticas (es decir, analíticas) de lo que vemos y escuchamos.
Como dijo San Juan “no se ama a quien no se conoce” (1Jn 4,8). Así que, si amamos la libertad necesitamos aprender a conocer la verdad.
Reflexiona:
● ¿Sabes distinguir entre los tipos de libertad que existen?
● ¿Vives en la verdad, es decir, lo que piensas corresponde a la realidad? ¿o más bien tus pensamientos
[2] Son las enseñanzas basadas en el Evangelio, El Magisterio y la Tradición que la Iglesia Católica promueve como guía para los cristianos en cuestiones sociales, económicas y políticas para promover la dignidad humana y la justicia social en las realidades terrenas.
[3] El bien común es aquello que beneficia a todos los ciudadanos.
[4] Ver en tu buscador preferido de internet: linguistica.gea.lat/descubre-donde-habita-la-verdad-una-busqueda-reveladora/
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