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EN 2020 ANHELAMOS LA PAZ

"Felices los que trabajan por la paz porque

ellos serán llamados hijos de Dios" Mt.5,9

María Eugenia Díaz Gastine de Pfennich

Escuchamos continuamente diálogos como los siguientes: “Ojalá que este año que comienza logremos la paz en México”.

- Deseo profundamente que en mi familia haya paz.

- Las noticias me alarman e inquietan, sólo hablan de violencia.

- ¿Qué puedo hacer para cambiar la inseguridad y el dolor que vivimos?

- Un delincuente no podrá tener paz porque su conciencia lo acusa.

El ser humano ansía la paz desde lo más profundo de su ser, pero a veces ignora la naturaleza de la paz que anhela y los caminos que sigue no son siempre los caminos de Dios. La paz es un anhelo de todo ser humano y desde todos los tiempos.

La paz designa bienestar, felicidad y justicia. La palabra hebrea Shalom (paz) significa prosperidad material y espiritual, felicidad, tranquilidad, bendición de Dios y estima de los hombres. Los Pieles Rojas cuando recibían a alguien, lo invitaban a fumar la pipa de la paz y un pacto de este tipo nunca se rompía, porque era sagrado.

REALIDAD DE MÉXICO

México actualmente es reconocido como país emergente, porque ha superado cierto nivel de desarrollo y se ha consolidado. Se encuentra entre los once países más poblados del mundo, junto con China, La India, Estados Unidos, Indonesia, Brasil, Paquistán, Nigeria, Bangladesh, Rusia, y Japón. Sin embargo, no se puede hablar de la situación social, económica o política de México sin mencionar el grave problema de inseguridad y violencia que se ha manifestado últimamente con toda su crueldad por el poder que tienen las organizaciones criminales. Cuando algunas autoridades dicen falsamente que la situación no es grave debemos recordar al profeta Jeremías que acusa: "Curan superficialmente la llaga de mi pueblo diciendo: ¡Paz, paz! y sin embargo, no hay paz" (Jeremías 6,14).

Es una realidad que no podemos ocultar con engaños. Necesitamos conocer la historia que ha conformado la identidad de la nación mexicana. Descubrir lo históricamente incorrecto. Nuestra historia no se puede centrar en héroes, villanos y guerras; desde luego que hemos tenido tiempos de paz que hay que valorar por la huella que han dejado en el arte, la ciencia, la educación, etc.

CRISTO, PRÍNCIPE DE LA PAZ

La Paz ha sido una de las palabras con más contenido para el cristianismo. Cristo es el Príncipe de la Paz. Los ángeles lo anunciaron a los pastores así. La paz sea con ustedes, decía Cristo al aparecerse a sus discípulos después de haber resucitado (Jn 20,21) y cada domingo en la misa se nos invita a "darnos la paz".

Destaco este mensaje del Papa Francisco1: "Cuando el hombre piensa sólo en sí mismo, en sus propios intereses y se pone en el centro, cuando se deja fascinar por los ídolos del dominio y del poder, cuando se pone en el lugar de Dios, entonces altera todas las relaciones, arruina todo; y abre la puerta a la violencia, a la indiferencia, al enfrentamiento”. Y en estas circunstancias, me pregunto: ¿Es posible seguir el camino de la paz? ¿Podemos salir de esta espiral de dolor y de muerte? ¿Podemos aprender de nuevo a caminar por las sendas de la paz? Invocando la ayuda de Dios, bajo la mirada materna de la Reina de la paz, quiero responder: “Sí, es posible para todos. Hermanas y hermanos, perdón, diálogo, reconciliación son las palabras de la paz".

La paz como una aspiración de todos los seres humanos y de todos los pueblos no la hemos podido alcanzar. Parece que en todas partes de nuestro mundo hay conflictos y guerras que no nacen más que de la ambición, del deseo del poder, de la explotación de otros, las mentiras, el protagonismo, etc. Los conflictos los encontramos, no sólo entre países sino dentro del corazón del ser humano, en las familias, en la escuela, en el trabajo, con los enemigos políticos, aún entre los amigos. La guerra y la violencia causan mucho dolor, muerte y desesperación.

LA PAZ NO SE DISFRUTA, SE CONTRUYE

En la Exhortación Pastoral del Episcopado mexicano "Que en Cristo nuestra Paz, México tenga vida digna" los Obispos proponen para construir la paz lo siguiente:

1. Crear y difundir pensamientos de Paz. - Que estos pensamientos nos permitan evitar las emociones y reacciones agresivas: necesitamos ser personas con ética, valores y virtudes humanas.

2. Fomentar sentimientos de Paz. - Serenar el mundo de los sentimientos; algunos ciudadanos y dirigentes políticos tienen actitudes violentas ante quienes consideran “adversarios”.

3. Impulsar gestos de Paz. - El testimonio de una persona pacífica que posee el tesoro de la paz se manifiesta con sus acciones en favor de la paz.

4. Promover un lenguaje de Paz. - El lenguaje pacífico y pacificador permite expresar nuestros sentimientos para propiciar la comunión y la reconciliación. (Los niños y los jóvenes actualmente hablan con lenguaje agresivo.)

Ayudar a construir la paz significa abrir los corazones y las mentes para vivir los valores básicos de una sociedad pacífica que practica: la Verdad, la Justicia, el Amor y la Libertad. La paz ha de estar fundada sobre la verdad. Es indispensable practicar la justicia en nuestras relaciones personales y cultivar la paz personal. Hay muchas mujeres y hombres que han sabido afrontar la injusticia con éxito en difíciles situaciones de violencia, explotación, discriminación y guerra. Soportaos unos a otros por amor poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu por el vínculo de la paz. (Ef 4, 2-3)

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR:

  • ¿Sientes que tu persona refleja paz? si no es así, ¿por qué?

  • En tu familia, tu comunidad ¿se vive un ambiente de paz o de violencia? ¿En qué lo descubres?

1 S.S. Francisco I. Vigilia de oración por la paz, 7 de septiembre de 2019

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