Motivación, motor para México
- Carlos Calatayud Brito
- hace 4 días
- 3 Min. de lectura
La motivación intrínseca sólo florece cuando,
lo que hacemos, nace de nuestra propia decisión
(Deci & Ryan)
Hace unos meses, en el metro de la Ciudad de México, un joven de unos 25 años comenzó a tocar la guitarra y a cantar. Sin altavoces ni gran equipo, su voz llenó el vagón. Al terminar su canción, una señora le dijo: “Gracias, m’ijo, me alegraste el día”. Ese pequeño gesto bastó para que el joven sonriera y cantara con más energía.
La motivación, esa chispa que nos mueve, puede surgir en los lugares más inesperados, incluso en medio del caos, el tráfico y el cansancio de la vida diaria.
Sin embargo, hoy parece que la esperanza está en pausa: corrupción, polarización política y sensación de estancamiento han apagado las ganas de muchos mexicanos de esforzarse por algo mejor.
Pero, como enseñan los psicólogos Edward L. Deci y Richard M. Ryan, de la Universidad de Rochester, la motivación no depende solo de factores externos: nace dentro de nosotros. Y eso es una gran noticia en tiempos oscuros.
MOTIVACIÓN: MUCHO MÁS QUE “TENER GANAS”
Solemos pensar en motivación como “ánimo” o “ganas de hacer algo”. Pero la teoría de la autodeterminación de Deci y Ryan distingue tres estados:
● Motivación extrínseca: hacer algo por una recompensa externa, como trabajar solo por el sueldo.
● Motivación intrínseca: hacer algo porque nos apasiona, como tocar la guitarra en el metro por amor a la música.
● Desmotivación: cuando no vemos sentido a lo que hacemos.
La clave está en fortalecer la motivación intrínseca. Cuando las personas se sienten autónomas, competentes y conectadas, trabajan mejor, persisten y logran más satisfacción personal.
Pero ¿cuántos mexicanos sienten que tienen control sobre su vida? ¿Cuántos confían en que su esfuerzo será recompensado? La corrupción y la desigualdad rompen ese sentido de justicia y minan la motivación colectiva.
MOTIVARSE ES RESISTIR
Vivir motivados no significa ignorar los problemas, sino avanzar a pesar de ellos… y confiar en Dios. Implica buscar metas que den propósito y enfocarnos en mejorar nuestro entorno inmediato, en vez de caer en la desesperanza porque “el país no progresa”.
No podemos cambiar la corrupción de un día para otro, pero sí nuestra reacción: si no puedo cambiar la corrupción de México, no dejaré que la corrupción de México me cambie a mí.
EL PODER DE LA COMUNIDAD
México tiene algo único: comunidad. La familia, los amigos y el barrio dan pertenencia y sostén. Uno de los pilares de la autodeterminación es precisamente la relación: sentir que pertenecemos a algo.
Si fortalecemos esas redes, si nos apoyamos mutuamente, creamos el terreno fértil para que florezca la motivación.
Recordemos a los vecinos que se organizaron tras la explosión de la pipa en el Puente de la Concordia en Iztapalapa: fueron los primeros en ayudar a los heridos y en acompañar a las familias en los hospitales. Esa motivación no nace de un bono ni de un premio gubernamental, sino de la conexión con otros.
LA ESPERANZA CRISTIANA COMO COMBUSTIBLE
Para muchos mexicanos, la fe es un motor de motivación. Creer que la vida tiene un propósito más allá de las circunstancias da fuerza para levantarse cada día. La esperanza de que el bien triunfará y que el esfuerzo personal tiene valor eterno inspira a no rendirse.
Quienes tienen un sentido trascendente de la vida suelen mostrar mayor resiliencia y capacidad de superar crisis. La fe es brújula que orienta y enciende la voluntad de avanzar incluso en la incertidumbre.
ENCIENDE TÚ LA CHISPA
Volvamos al joven del metro. La sonrisa de la señora le recordó por qué estaba allí.
México necesita esa chispa. Necesita personas que, a pesar del cansancio y la frustración, busquen hacer las cosas bien, construir e inspirar. Tú puedes ser esa persona que motive a otros: con tu testimonio de vida cristiana, una palabra de aliento y una mirada esperanzadora.
No podemos esperar a que los políticos nos motiven ni que el país cambie solo. La motivación comienza en el interior y se alimenta de la fe y la esperanza: decidir que, aunque el entorno sea adverso, no dejaremos que nos robe las ganas de vivir con propósito, sabiendo que Dios nos escucha y nos ama.
La próxima vez que sientas que la desesperanza te gana, pregúntate: ¿qué me mueve? ¿Cómo se hace presente Dios en mi vida? ¿Qué me hace sentir vivo? Y empieza por ahí.
Para reflexionar:
● ¿Tu fe te motiva a hacer tus cosas con la mejor dedicación?
● ¿Eres faro de luz para los que te rodean? ¿Los motivas?


























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