Avanza la ignorancia
Carl Sagan (1934 – 1996) fue un renombrado científico estadounidense que se considera el más grande divulgador científico de la historia.
Sagan, entre otras cosas, colaboró en el Proyecto Apolo que llevó al hombre a la Luna. Enamorado de la ciencia, Carl no se limitaba a disfrutarla en su laboratorio; por el contrario, dedicó muchos esfuerzos para difundir el conocimiento. Así, iba a escuelas, daba conferencias y escribía explicando de la forma más sencilla los principios de la ciencia. Estaba convencido de que mientras más conocimientos tuviera la gente, podría vivir más plenamente. En su afán de divulgar la ciencia, desarrolló un programa de televisión llamado “Cosmos”, en el que hablaba de los temas básicos de la astronomía y la ciencia. Aquél fue el programa de T.V. más exitoso de los años 80 a nivel mundial. “Mucha gente quiere conocer” decía Sagan “pero en lo que le hemos fallado científicos y educadores es en darles el conocimiento de forma accesible”.
Ni aquel programa ni esfuerzos similares han sido suficientes para darle el conocimiento a todo el mundo. Sagan se sorprendía y se lamentaba de que en pleno siglo XX, con tantos avances científicos y tecnológicos de los que la humanidad se ha beneficiado, hubiera tanta gente que no supiera leer, pero más de que hubiera tanta gente que, pudiendo hacerlo, se resistiera al saber.
Internet
Carl Sagan murió en 1996 y apenas alcanzó a ver el surgimiento de la internet, de la que fue un entusiasta promotor, creyendo que con ella vendría una época de conocimiento.
Pero tristemente, aunque hoy en día mucha gente tiene a su disposición prácticamente todo el conocimiento universal en unos cuantos “teclazos”, sorprende ver que la ignorancia (como en el juego del Maratón) avanza cada vez más en el mundo.
En efecto, es curioso el ver que internet, lejos de ser una fuente de conocimientos, es, para muchas personas, un vehículo para divulgar tonterías, algunas de niveles francamente ridículos. Ejemplos:
-Que el cáncer se cura con bicarbonato y limón y que las grandes farmacéuticas no quieren que se sepa, pues están haciendo negocio con los enfermos
-Que hay conspiraciones internacionales que han provocado terremotos, cánceres de todo tipo, sequías, tsunamis, y epidemias
-Que, si acomodas tus muebles de cierta forma, recibes cierta “energía” positiva que te permitirá, desde ganar mucho dinero hasta evitar la obesidad
-Que se puede echar una maldición a quien sea vía internet (mi primo Evodio atribuye a una de esas maldiciones el que se la haya caído el pelo)
Bromas aparte, con todo lo absurdo que puedan sonar esas tonterías, ¡hay gente que se las cree!
Quienes han agravado todo son los charlatanes que han tomado internet por asalto. En efecto, la falta de regulación permite que cualquier merolico con una cámara de celular monte su “centro de comando” y empiece a divulgar barbaridades, sobre todo en Youtube y Tik Tok.
El problema es que algunos charlatanes hablan con tanta autoridad, que parecen creíbles. Así, tenemos a un tipo que dice que puede predecir los terremotos (eso es imposible) y por allá a un “médico” que dice haber estudiado en la India y proclama muy serio, entre otras tonterías, ¡que tomar agua y comer frutas y verduras hace daño! Según él sólo come carne, agua mineral y me parece que alpiste para canarios.
Claro que no es la primera vez que hay gente que proclama semejantes barbaridades. El problema es que antes no pasaban de engañar a unos cuantos incautos. Pero con internet, la divulgación de tonterías se ha multiplicado.
La pandemia
Esto toma niveles de tragedia con la gente ignorante y/o tramposa que proclama tonterías sobre el virus del COVID 19.
Los peores son quienes dicen que las vacunas hacen daño y que son parte del “plan”.
¿Cuál plan? Nadie lo explica. Pero por culpa de los charlatanes, hay millones de personas que, pudiendo vacunarse, no lo hacen, poniendo en peligro sus vidas y las de sus seres queridos.
Lo más ridículo es que hay personas que en vez de vacunarse, toman dióxido de cloro, (¡que es un limpiador industrial!) porque hay charlatanes que les dicen que ése sí cura y que los “conspiradores” quieren aprovecharse de ellos. Esto es irónico, pues quienes les venden ese limpiador ganan buen dinero a costa de ellos. Pero si les hacemos ver su error, salen con que los incautos somos nosotros, porque confiamos en la ciencia médica.
Sagan aceptaba que la ciencia no es perfecta. Pero gracias a ella, hoy tenemos científicos brillantes que han desarrollado vacunas en tiempo récord para combatir una epidemia que, en otras épocas, podría haber acabado con la humanidad. ¿Y qué hacen muchos? En vez de aprovechar eso y salvar su vida, prefieren ponerse en peligro.
No dejemos que avance la ignorancia. Podríamos morir por ello.
Comments