CELEBREMOS A LA MUJER
Tendió su mano al pobre, la abrió para el indigente. Va irradiando salud y dignidad, mira con optimismo el porvenir; lo que dice es siempre muy juicioso, tiene el arte de transmitir la piedad.
(Prov 31, 20. 25-26).
En el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) hay que recordar la esencia del ser de la mujer, que es un ser para dar vida, acogerla y protegerla; esto solo se logra cuando sabes dar y mostrar amor. Siento que se habla mucho de la discriminación y violencia que sufren muchas mujeres en el mundo entero y muy poco de la educación que necesitamos para aprender a amar.
Es la mujer quien naturalmente tiende a acoger y a proteger la vida; en esto, el amor es una cuestión esencial. Las mujeres creyentes encuentran en el amor a Dios la fuerza para amar a los demás. No hay amor a Dios que excluya el amor a los demás. Si el amor no estuviera presente en el mundo, éste sería un lugar de desolación y abandono. La mujer que da amor ejerce, por lo tanto, un poder y una fuerza que transforma y mejora todo lo que la rodea.
El hombre necesita de la mujer para amar, para comprender, para que su vida tenga sentido, salga de la soledad y de su egoísmo. La mayor discriminación de la mujer consiste en negar la dignidad que ella recibió del Creador, es decir, eliminar la huella de su identidad. Esta discriminación limita a la mujer a lo temporal, a lo material. Considerar que la mujer es sólo bella y objeto de placer la encajona en una trampa donde no puede realizarse plenamente: cuando llega la vejez y se acaba la juventud, se topa con una profunda sensación de fracaso.
Cuando el hombre o la mujer se desentienden de su misión, hay algo que no funciona como es debido. Quedan sumidos en la oscuridad. Desentenderse de la vocación significa caminar a la deriva en un estado de enfermedad en el alma, con una sensación de malestar que se manifiesta en el abatimiento, la tristeza y el hastío de la vida.
PREPARARSE PARA TRABAJAR POR EL BIEN COMÚN
Copio a la letra un párrafo de la publicación Mujer, ¿esperanza de humanización? de María Teresa Porcile Santiso, teóloga uruguaya:
¿Cómo sería el mundo hoy si las mujeres hubieran participado en decisiones de paz, de salud, de economía…? ¿Cómo sería el panorama mundial en términos de migraciones del Sur al Norte, provocadas por desigualdad de oportunidades y deficiente distribución de recursos? ¿Cómo sería el panorama de niños y jóvenes que hoy vemos deambulando por las calles de todas las grandes ciudades sin hogar, ni padres? ¿Habría habido menos guerras, habría habido más tolerancia?, ¿más entendimiento?
El sentimiento de amor a la humanidad es el genio propio de toda mujer: capacidad para dialogar, llegar a acuerdos, construir la paz, vivir la justicia, ser solidaria con los necesitados, ser prudente, ser paciente, escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica, son algunas de las cualidades naturales de la mujer que comunica vida a su alrededor. Estas cualidades no se desarrollan sin voluntad, oración, disciplina y paciencia. Es, por lo tanto, indispensable también que el hombre valore y comprenda la misión de la mujer.
Las mujeres debemos estar presentes en la política. Sabemos que la sola palabra a muchas de nosotras nos disgusta porque la asociamos con malos manejos, lucha por obtener solo el poder y olvidar el compromiso. Una definición de política es:
La política es la manera de ejercer el poder con la intención de velar por las garantías de una población, es también el arte de la negociación para conciliar intereses.
Una de las formas para poder superar las situaciones de injusticia que vivimos las mujeres es reconocer que es importante ocupar cargos de responsabilidad, no sólo en nuestras familias, sino en nuestra comunidad, en la escuela de nuestros hijos, en la política.
Adquirir y ejercer poder público y político ha sido, a lo largo de la historia y en diversas culturas, un derecho reservado a los hombres. Debemos tener interés de ocupar altos puestos de responsabilidad que podremos utilizar en servicio de los demás. El poder y el servicio nos permiten provocar cambios que beneficien a nuestra patria, en donde urge vivir la justicia social para todos.
Es indispensable que entendamos que el poder es algo bueno, no es malo ni vergonzoso. Es algo que permite corregir errores, evitar la dependencia y lograr cambios positivos para nuestra familia, la comunidad y el país. La mujer debe postularse, para ocupar puestos de responsabilidad en su parroquia, en su comunidad, en la escuela de sus hijos, en los municipios y en los demás niveles de gobierno: regional, nacional e internacional.
Para educar para la paz y la justicia es necesario empezar por practicar la justicia en nuestras relaciones personales y por cultivar la paz personal. Descubrimos muchas mujeres que han sabido afrontar la injusticia con éxito en difíciles situaciones de explotación, de discriminación, de violencia y de guerra.
Celebremos el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con la convicción de que queremos y podemos, igual que muchas mujeres valiosas, asumir compromisos que vayan más allá de nuestro bienestar personal y el de nuestra familia. Nuestra misión no es de un día sino de toda nuestra vida.
Internacionalmente se ha reconocido a las mujeres líderes que supieron aminorar la catástrofe que ha producido la pandemia en sus naciones; seguramente en México hay muchas mujeres que, con su compromiso social y su liderazgo, están dando un servicio a su familia, a su comunidad y a México. En este día dedicado a la mujer les deseo que seamos unas de ellas. Estamos presentes y no nos pueden olvidar.
Nos sentimos felices de ser mujeres y nuestra presencia debe ser luz y esperanza en un mundo que nos necesita. ¡Feliz Día de la Mujer!
Para reflexionar:
¿Entiendes tu compromiso social y de servicio como un compromiso político?, ¿Si? ¿No? ¿Por qué?
¿Qué has aportado tú con tu vida a tu familia, a tu comunidad, a México? Recuerda algunos logros. AF
Pedagoga y Expresidenta General de las Organizacio
[1] Título inspirado en el libro de Rosario Castellanos que se titula: El eterno femenino.
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