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Octubre misioneroJornada Mundial de las Misiones 2021

No podemos dejar de hablar

de lo que hemos visto y oído".

(Hch 4,20).


Octubre, mes de las misiones. Cinco palabras que nos recuerdan la vocación de la Iglesia: salir a las periferias a anunciar el gran amor de Cristo, un amor que ilumina, que da gozo, que da sentido a la propia existencia.


Si bien, todo el mes de octubre está dedicado a las misiones, hay un día especial, DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones), el cual es el centro de la celebración misionera y que se celebra el tercer domingo de octubre: este año 2021, el DOMUND se celebrará el domingo 24 de octubre.


El Domingo Mundial de las Misiones es el día en que toda la Iglesia universal reza por la actividad evangelizadora de los misioneros y misioneras, y colabora económicamente con ellos en su labor, especialmente entre los más pobres y necesitados. Así mismo, es una Jornada que tiene el objetivo de motivar a todos los bautizados y bautizadas, para que descubran su propia vocación misionera.


Una invitación a cada uno de nosotros


S.S. Papa Francisco publicó un mensaje especial, con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones 2021 y cuyo lema es: “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído" (Hch 4,20): esta misión ha sido siempre la identidad de la Iglesia.


Este mes tenemos tres lecturas recomendadas, las cuales guiarán nuestra labor misionera:


1. La Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio), de la que ya se trató en la revista del mes de septiembre de 2021 y en la que Su Santidad, a partir de un análisis de la realidad actual, nos ofrece claves para el anuncio evangélico.


2. Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2021. Ambos textos los puedes conseguir fácilmente en la página oficial del Vaticano, a través de internet: www.vatican.va.


3. El libro de los Hechos de los apóstoles, que encontrarás en el Nuevo Testamento, en la Biblia: El libro de los Hechos de los Apóstoles nos enseña a vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar la convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos y la certeza de que “quien se ofrece y entrega a Dios por amor seguramente será fecundo” (Exhort. ap. Evangelii Gaudium, 279)[1].


Te comparto algunas frases del Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de las Misiones, con el fin de que las reflexiones y las guardes en tu corazón[2] y, sobre todo, para que las pongas en práctica:



Queridos hermanos y hermanas:


Cuando experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que hemos visto y oído.


La historia de la evangelización comienza con una búsqueda apasionada del Señor que llama y quiere entablar con cada persona, allí donde se encuentra, un diálogo de amistad (cf. Jn 15,12-17).


La amistad con el Señor, verlo curar a los enfermos, comer con los pecadores, alimentar a los hambrientos, acercarse a los excluidos, tocar a los impuros, identificarse con los necesitados, invitar a las bienaventuranzas, enseñar de una manera nueva y llena de autoridad, deja una huella imborrable, capaz de suscitar el asombro, y una alegría expansiva y gratuita que no se puede contener.


La comunidad eclesial muestra su belleza cada vez que recuerda con gratitud que el Señor nos amó primero (cf. 1 Jn 4,19).


Tampoco el fervor misionero puede obtenerse como consecuencia de un razonamiento o de un cálculo. Ponerse en “estado de misión” es un efecto del agradecimiento.


Así también nosotros: tampoco es fácil el momento actual de nuestra historia. La situación de la pandemia evidenció y amplificó el dolor, la soledad, la pobreza y las injusticias que ya tantos padecían y puso al descubierto nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y polarizaciones que silenciosamente nos laceran. Los más frágiles y vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad y fragilidad. Hemos experimentado el desánimo, el desencanto, el cansancio, y hasta la amargura conformista y desesperanzadora pudo apoderarse de nuestras miradas. Pero nosotros «no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús como Cristo y Señor, pues no somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús» (2 Co 4,5).


Al igual que los apóstoles y los primeros cristianos, también nosotros decimos con todas nuestras fuerzas: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). Todo lo que hemos recibido, todo lo que el Señor nos ha ido concediendo, nos lo ha regalado para que lo pongamos en juego y se lo regalemos gratuitamente a los demás.


En la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el penúltimo domingo de octubre, recordamos agradecidamente a todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordamos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición.


Que María, la primera discípula misionera, haga crecer en todos los bautizados el deseo de ser sal y luz en nuestras tierras (cf. Mt 5,13-14).


Roma, San Juan de Letrán, 6 de enero de 2021, Solemnidad de la Epifanía del Señor.

[1] Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de las Misiones. [2] Cfr. Lc 2, 51.

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