QUE NO SE NOS CIERRE EL MUNDO
Cierto empresario estadounidense, muy exitoso, estaba conversando con sus hijos adolescentes después de una comida familiar. El hombre les relató la forma en que había empezado él, desde la pobreza y con mucho esfuerzo, su fortuna.
- Todo eso está muy bien, papá, pero lamentablemente en estas épocas ya no hay las oportunidades que había cuando tú eras joven - dijo uno de ellos; los otros dos hermanos estuvieron de acuerdo.
El empresario cruzó una mirada con su esposa, quien le había acompañado en sus esfuerzos desde joven, antes de replicar:
- ¿Que no hay oportunidades? ¡Les apuesto lo que quieran a que en menos de un año haré un buen capital empezando con cien dólares![1]
Todos se sorprendieron, incluyendo la esposa, pero aquél hombre estaba decidido a dar una lección a sus hijos. Así fue que, después de apostarles una buena cantidad de dinero, les pidió que lo llevaran al muelle de la ciudad y lo dejaran ahí, con solamente un poco de ropa y cien dólares. Sus empresas las manejarían sus socios. El acuerdo fue que no les pediría ayuda y que con esos cien dólares haría un capital determinado, en un año como máximo.
Preocupados, sus hijos y su esposa vieron cómo el recio hombre se dirigía al muelle, cargando su bolsa de ropa.
Como era fuerte, fue aceptado como estibador y se hospedó en una humilde casa de huéspedes.
Pronto se dio cuenta de que, para almorzar, la mayor parte de sus compañeros llevaban sándwiches y refrescos, así que vio una oportunidad de negocio; con su primer sueldo compró una cacerola enorme, leña y todos los pollos y papas que pudo. Renunció a su trabajo. Con tablones y ladrillos habilitó sillas y mesas y se puso a venderles pollo y papas a los demás estibadores. La idea fue muy exitosa, tanto que pronto contrató a varios empleados para que le ayudaran. Reinvertía sus ganancias y ahorraba viviendo en la humilde casa de huéspedes. En menos de seis meses tenía el capital suficiente para rentar un pequeño local viejo, cercano al muelle. Él mismo construyó mesas y sillas rústicas usando madera de desperdicio que encontró en los muelles.
Al año, nuestro hombre se había hecho del dinero acordado con sus hijos, quienes tuvieron que pagarle la apuesta. No sólo tuvo éxito, sino que siguió adelante con su negocio de pollo con papas y abrió varias sucursales.
Pasaron los años. Sentado a la mesa con sus hijos y nietos (que ya eran adolescentes) surgió la misma discusión de antaño. Ahora eran los nietos quienes decían que ya no había oportunidades como en las “épocas doradas” del abuelo.
Ya en sus sesenta, el recio hombre volvió a apostar y regresó a las calles, ahora con doscientos dólares en el bolsillo. Por su edad, ya no fue aceptado como estibador, así que se vio en la necesidad de irse a dormir sin empleo. “¿Dónde voy a dormir si se me acaba el dinero?” se preguntó. Esto le llevó a notar que los indigentes de la ciudad buscaban lugares donde pasar la noche y tuvo una idea: Se dedicó a buscar lugares cálidos y protegidos por toda la ciudad; luego les proporcionaba la información a los indigentes a cambio de cincuenta centavos.
Viendo a aquellos indigentes, notó que juntaban algo de dinero pero pasaban frío por las noches. Así es que discurrió conseguir retazos de mezclilla defectuosa, hilo y agujas, y se puso a hacer bolsas de dormir rellenas de periódico[2] que luego vendía a los indigentes por poco dinero. Tuvo tan buen éxito que pronto tenía a varios de aquellos indigentes trabajando con él, haciendo bolsas para dormir. En unos cuantos meses el negocio iba viento en popa. Tanto así que el hombre pudo rentar un galerón, fabricó, con ayuda de sus nuevos amigos, camas con madera de segunda mano y rentó baratas esas camas a los indigentes. Luego juntó lo suficiente para proporcionarles alimentos calientes baratos.
Antes del año pactado, el empresario había juntado el capital acordado y sus nietos tuvieron no solamente que pagarle a su abuelo la apuesta, sino reconocer su valía.
Las oportunidades se crean
Ignoro si esta historia es cierta, pero como me la contaron la cuento. Como sea, refleja una realidad: Si uno tiene la suficiente iniciativa y está dispuesto a trabajar irá venciendo la adversidad. Edison[3] dijo que “las oportunidades se presentan a menudo, pero no las reconocemos porque están vestidas de overol”. Esta frase se refiere a que es necesario estar dispuestos a esforzarse para salir adelante. México actualmente necesita del esfuerzo de todos y de todas.
Contamos con nuestros propios talentos, con la fuerza de la comunidad y, sobre todo, con el acompañamiento y poder de Nuestro Señor Jesucristo.
PARA REFLEXIONAR:
· ¿Cuáles son tus talentos? ¿Cómo puedes utilizarlos, en estos tiempos difíciles, en favor de tu familia y de tu comunidad?
[1]Cien dólares de hoy son unos dos mil pesos, pero en aquellas épocas, quizá equivaldrían a unos diez mil pesos actuales.
[2]El papel periódico protege muy bien del frío. La idea de hacer mantas o bolsas de dormir rellenas de periódico sigue siendo excelente.
[3] Thomas Alva Edison fue un inventor estadounidense quien, entre otros miles de inventos, creó el foco eléctrico, el primer tocadiscos y el negocio del cine. Se dice que hizo más de mil quinientos intentos antes de dar con el foco.
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