Expresa tu amor
El hierro se pule con el hierro, y
el hombre se pule en el trato
con su prójimo. (Prov 27,17)
Recuerdos
Mi tío Rafa era un hombre genial y divertido. Siempre se le veía sonriente y acostumbraba estar al pendiente de cada miembro de la familia. Por las tardes, después del trabajo, cuando llegaba a mi casa, invariablemente sonaba el teléfono. Yo corría a contestar, mientras exclamaba: ¡Es mi tío Rafa!
¿Bueno? ¿quién habla?
¿Y quién iba a ser? Pues yo, si nadie te habla por teléfono (él era muy bromista).
Sus llamadas eran cortas: ¿cómo están los niños? ¿no se han enfermado? ¿ya comieron? etc.
El que me llamara por teléfono lo veía tan cotidiano, tan normal, que en verdad nunca aprecié dicha acción en su justo valor, hasta el día que murió. Curiosamente, en su velorio, me percaté de que él no sólo me llamaba a mí; tenía la capacidad de estar al pendiente de todos sus seres queridos.
Ese día conocí a un grupo de amigas y de amigos de mi tío. Eran sus compañeros de secundaria, la cual cursó en la década de los cuarenta. Una de sus amigas me contó que Rafa había sido su mejor amigo, lo consideraba como un hermano. Con lágrimas en los ojos me relató cómo la acompañaba a su casa, al salir de la escuela y que estuvo a su lado en los momentos importantes de su vida. Siempre estuvo al pendiente de ella y de su familia y, cuando murió su esposo, se encargó de los trámites del velorio.
¿Y ahora, quién nos llamará por teléfono? Decía otra de sus amigas. Sólo gracias al buen Rafa siento que a alguien le importo, no me siento sola.
Fue uno de los velorios más extraños a los que he asistido, pues todos, entre lágrimas, reíamos al recordar sus ocurrencias, sus bromas, su buen carácter. Había también muchos vecinos, mismos que resaltaban su capacidad de servicio: él siempre estaba al pendiente de que el edificio en el que vivía estuviera en buen estado. Repartía la correspondencia, mandaba cortar el pasto y ayudaba a las vecinas de la tercera edad (les compraba el súper, les hacía los pagos del banco, etc.). Recuerdo que, en una ocasión, falleció una señora que ayudaba en el servicio de la casa de una vecina. Aquella mujer no tenía familia ni nadie que viera por ella. Rafa hizo los trámites necesarios y pagó los gastos del entierro, de manera muy generosa.
A él le encantaba invitar a la gente a su casa. O disfrutaba mucho llevándonos de paseo o a restaurantes bonitos. Nos expresaba su amor con palabras y con buenas acciones.
Gracias al tío Rafa aprendí la importancia de dedicar tiempo a la familia, a compartir el pan, las risas, la música, en fin, la vida misma…
¿Sabes decir “Te quiero”?
Muchas veces damos por hecho muchas cosas: pensamos que nuestros hijos, pareja, familia y amigos saben que los queremos, pero no siempre se los hacemos saber.
Muchas de nuestras acciones cotidianas las hacemos por amor: levantarnos por las mañanas, ir a trabajar, preparar la comida, mantener limpio el hogar, atender a los que se enferman… Pero a veces lo hacemos de manera rutinaria. ¿Qué tal si a esos buenos actos los acompañamos con hermosas palabras?
Decir “Te quiero” es algo que debemos aprender. Hace tiempo una amiga me presentó el reto: acercarme a mis seres queridos y decirles que los quería. Una acción tan sencilla y simple me costó mucho trabajo. Fui con mi mamá y le dije:
- ¡Mami, te quiero, gracias por todo lo que me ayudas!
Aunque ella era muy expresiva y cariñosa, se sorprendió con mis palabras. Fue entonces que propuse el reto a toda mi familia. Para mi sorpresa, me di cuenta de que nos costaba mucho trabajo hacerlo. Poco a poco nos fuimos acostumbrando a hacerlo, hasta que se hizo algo muy cotidiano.
Tal vez por la dificultad que nos implica decir esas dos sencillas palabras, buscamos recursos materiales para expresar nuestros sentimientos. En este mes en especial, vemos calles y comercios abarrotados de corazones, chocolates y regalos diversos, con ocasión del Día del Amor y la Amistad. No digo que eso esté mal, es un bello detalle. Pero, ¿qué tal si junto con los regalos nos atrevemos a decir “¿Te quiero, eres importante para mí”?
Te invito a dedicar momentos del día para mirar a los ojos a tu esposo(a), hermano(a), hijo(a) y demás seres queridos para hacerles saber que son importantes (cualquier día del año):
Hablarles por teléfono a las personas que amas y que estén lejos (esa acción es más personal que un emoji enviado por WhatsApp).
Poner una nota bonita en la lonchera de los niños, debajo de la almohada del esposo o regalando una flor a tu mamá o papá, sin ningún motivo en especial.
Hacerles saber a tus hijos lo importantes que son para ti: relatarles momentos especiales de su infancia, mirar juntos álbumes de fotos, etc.
Amar no es suficiente, es importante expresar lo que sientes. ¿Te atreves a cumplir el reto? ¡Estoy segura de que no te arrepentirás!
¡Feliz Día del amor y de la amistad!