NUESTRO GRITO DE SEPTIEMBRE…
- María Eugenia Díaz Gastine de Pfennich
- 31 ago
- 4 Min. de lectura
Dichosos los que trabajan por la paz
porque ellos serán llamados hijos de Dios
(Mt 5, 9).
Ahora, en México y el mundo, nuestro grito de septiembre es para restaurar la Paz, aspiración de todos los seres humanos, de todos los pueblos y que no hemos sabido construir para vivir en armonía y con dignidad.
Una amiga mía maestra, me decía: “Ya hace tiempo que no veo, ni escucho las noticias en la televisión y solo me limito a leer en el periódico artículos interesantes sobre novedades que pasan en México: exposiciones, obras de teatro, rebajas y promociones en tiendas, compras a través de Temu, Amazon, etc. Me aterra y ponen nerviosa las noticias de las bandas criminales y las guerras”.
Es verdad que ahora vivimos una dolorosa situación en México: guerra de entre bandas de narcotraficantes que luchan por controlar distintas regiones de nuestro país y sus habitantes sufren toda clase de miedos: al robo, secuestro, desaparición, asesinatos, etc. Por no hablar de la corrupción, la impunidad, la falta de preparación de algunos de los gobernantes.
NUESTRO MUNDO
En distintas partes de mundo “no cantan mal las rancheras” como dice el refrán popular, porque a diario sabemos los serios conflictos que han dejado las ciudades destruidas por bombardeos, niños huérfanos y con hambre, familias y hogares destruidos y miles de hombres y mujeres aterrorizados por el peligro de perder la vida.
Por solo mencionar algunos de los conflictos más conocidos como son:
• Guerra de Gaza (Israel-Palestina) que comenzó en 2023.
• Guerra Rusia-Ucrania que comenzó en 2022.
• Guerra Civil de Sudán.
En total, los datos globales actuales, hay alrededor de 110 conflictos en curso solo en 2025.
NUESTRO COMPROMISO COMO SEGUIDORES DE CRISTO CON LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ
Entendemos que la paz ayuda a la abundancia de bienes materiales y espirituales para todo el mundo, el progreso de la cultura, la salud, el bienestar, la comunicación, la seguridad, el respeto a la dignidad de las personas y de los pueblos. Paz es abundancia de vida, no sólo ausencia de luchas. Gandhi decía “no hay un camino para llegar a la paz, la paz es el camino”.
La humanidad entera anhela la paz y ésta solo se entiende por la vivencia de la justicia y siempre se han considerado la paz y la justicia valores básicos para vivir bien. El mejor deseo para un hombre o una mujer es desearle la paz y que viva muchos años. Así, entre los judíos la palabra Shalom (paz) significa bienestar, prosperidad material y espiritual, felicidad, tranquilidad, bendición de Dios y estima de los demás.
La paz es el proceso de realización de la justicia en los distintos niveles de las relaciones humanas. Este proceso hace que los conflictos se atiendan y resuelvan de una forma no violenta. El fin de la paz es lograr la armonía de la persona consigo misma, con la naturaleza y con las demás personas.
Los conflictos los encontramos no sólo entre países sino dentro del corazón del ser humano, en las familias, en la escuela, en el trabajo, entre los amigos. Estas situaciones de conflictos, peleas, envidia, el odio, causan mucho dolor, sufrimiento, muerte, desesperación y nos alejan de la felicidad.
En la Constitución pastoral Gaudium et Spes (n.4) del Concilio Vaticano II se lee: “Es deber permanente de la Iglesia escudriñar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, en un lenguaje comprensible para cada generación, pueda responder a los interrogantes perennes del ser humano”.
Es importante, por lo tanto:
1. Dejar nuestra actitud de indiferencia y tranquilidad.
2. Evangelizar con sentido histórico, como respuesta viva y actual a los desafíos del mundo de hoy.
3. Comprometerse con el mundo. No encerrarse, sino ser sal y luz, comprometidos con la justicia, la vida y la dignidad de todos.
4. Reforzar el diálogo entre fe y cultura. Practicar la escucha y el diálogo para llegar a acuerdos. Hacer oración.
Hoy más que nunca comprometámonos a enseñar y a vivir el valor de la tolerancia y el respeto mutuo, practicando la justicia al interior de nuestras familias, nuestro trabajo, nuestra comunidad para poder vivir la Paz que todos necesitamos. Es indispensable seguir siendo las personas comprometidas en la formación de nuevas generaciones libres y responsables que tengan una justa relación consigo mismas, con Dios y con la naturaleza.
CRISTO PRÍNCIPE DE LA PAZ
Mi amiga, que mencioné al comienzo del artículo, está equivocada, porque no da respuesta al tiempo que le tocó vivir, ni tampoco a su fe cristiana. Es importante que ni tú, ni yo vivamos “fuera de la realidad” sólo porque es dolorosa, pues nos cuestiona; hay que enfrentarla con valentía y la seguridad que nos da Cristo. Queremos día a día, vivir nuestro compromiso cristiano de dar la mano a quien lo necesita, dentro y fuera de la familia, de acompañar al solo, de escuchar al triste; en resumen, la práctica de las Obras de Misericordia que nos pide nuestra fe.
Cristo es el Príncipe de la Paz y María es la intercesora por excelencia de la humanidad y en especial por México María de Guadalupe.
¡FELICES FIESTAS PATRIAS!
Para reflexionar:
● ¿Por qué valoras la construcción de la Paz?
● ¿Te interesa estar informada de la situación de tu comunidad, país y el mundo? ¿Si, no, por qué?
● ¿Qué haces en tu familia, comunidad, parroquia, México por mejorar la situación de violencia?


























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